domingo, 27 de septiembre de 2009

MOSCU NO CREE EN LAS LAGRIMAS


Ganó el oscar a mejor película extranjera en 1980, una película que apuesta por la generosidad, por el amor para superar las dificultades en el entorno social soviético de los años 60 y 70’s, y un buen pretexto para mi peculiar percepción de ese acto tan humano que es llorar.

En las calles la gente suele decir que hay varias cosas que no se pueden ocultar: el amor, el dinero y la tos... yo añadiría que tampoco las lágrimas, pues el hecho de llorar va más allá del control que el individuo pueda ejercer sobre sus sentimientos. En un contexto romántico, Stendhal decía que “las lágrimas son la última sonrisa del amor”, en cambio, en un contexto meramente científico relacional tenemos a Geroge Bataille que decía que “Las lágrimas son la última forma de comunicación”.

Las lágrimas siempre me han merecido respeto, excepto cuando son un instrumento de manipulación, o se convierten en un boicot a la comunicación.

LA LLORONA (Renato Leduc)

No llores, llorona, porque el llanto afea
y quien mucho llora muy escaso mea.

No enturbies, señora, la luz de tus ojos.
No llores, señora, porque el llanto afea
y el riñón inunda de hirientes abrojos
pues quien mucho llora muy escaso mea.
Si fue por tus hijos cesa ya en tu llanto.
Si fue por tu amante, con mayor razón...
Llorona, la muerte nunca es para tanto
y hay que hacer de tripas -dicen- corazón.
Lágrimas de sangre o de agua alcalina
ni el amor diluyen ni al amor concitan;
mas en cambio, infaman de humildad canina
y el alma corrugan y la córnea irritan...
No llores, llorona, porque el llano afea
y quien mucho llora muy escaso mea...

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