miércoles, 28 de marzo de 2018

LA VOZ DE LA MADRE


Los delfines son unos mamíferos con vínculos sociales fuertes, utilizan esas relaciones sociales para cazar y reproducirse. Cuando alguno está enfermo o muriendo, otros delfines de su grupo vendrán a ayudarle, apoyándole todos con su cuerpo para que el agujero que utiliza para respirar se mantenga por encima del nivel del agua. Los delfines también se reúnen en grupo para drogarse… pero hoy me centraré en el lado maternal.
Cada delfín tiene un silbido propio que los identifica, parecido a los nombres que usamos los humanos. Ese sonido es puesto por la madre, durante la gestación empieza a reproducir el sonido con el que conocerá a su cría, y durante dos semanas aproximadamente después del parto, la madre intensifica el “silbido”, los delfines de alrededor guardan silencio, permitiendo que la cría reconozca bien el canto de la madre.
En el caso del humano, sabemos que el bebé ‘escucha’ los órganos de la madre: los movimientos del intestino o el fluir del oxígeno en los pulmones, y por supuesto, la voz de la madre que se transmite por vía ósea. Las cuerdas vocales vibran y esa vibración viaja a través de los huesos hasta la cavidad pélvica. Es importante la voz de la madre para despertar el deseo de escuchar. Dentro de las primeras fases intrauterinas, el feto comienza a jugar con su cuerpo al ritmo de la voz y de los susurros de su madre: gira su cuerpo, mueve sus manos, flexiona sus rodillas, patalea, etc.
Será interesante descubrir esa voz maternal que nos permite saber lo que somos.

jueves, 22 de marzo de 2018

EL SHOW DE BIG BANG EN NUESTRAS TELEVISIONES ANALÓGICAS


Nuestra vida no está completa sin las historias de los que nos han precedido, esta premisa no siempre es bien recibida, a algunas personas les cuesta creer que las historias de nuestros antepasados siguen modulando la vida que tenemos, en general, a las personas de origen humilde, les gusta comprender que si han triunfado, de alguna manera pueden mirar atrás y decir: “Yo soy vuestro éxito, y todos mis logros son para honraros”. Para los que piensan que lo transgeneracional, es un “espiritualismo” trasnochado, me gusta recordarles que enn las televisiones analógicas, cuando había interferencias, aparecía una especie de “nieve”, que también aparecía en la pantalla cuando se sintonizaba algún canal vacío, aquella nieve, muchas veces era radiación de microondas, era la luz de la radiación cósmica de fondo, que es ni más ni menos que la luz que llena todo el espacio y que fue liberada solamente trescientos ochenta mil años después del Big Bang, nuestra viejas teles nos ofrecían el espectáculo del Big Bang, pero luego nos cuesta crees que nuestro cuerpo es un receptor no solo de la información cósmica, sino también de la información familiar. Es fascinante pensar que, remontándonos ocho generaciones por detrás, y sólo tomando en cuenta, padres, abuelos, bisabuelos, etc. sin contar a colaterales, como tíos, primos, etc. Para que tu puedas estar leyendo esto, hay 510 personas detrás ti, cientos de historias que de alguna manera también están en ti, podrías encontrar una fuerza diferente si les dijeras: “Soy uno de vosotros, y estoy disponible para que en mi tengáis éxito.
También hay gente que se ríe de que nuestros antepasados le rendían culto al sol, esos que se ríen, saben muy poco de la fotosíntesis.

miércoles, 7 de marzo de 2018

LO REAL Y LO IMAGINARIO



Hace tiempo circula por internet una historia que no he podido comprobar, de un vagabundo de Detroit que entra a un vagón de un tren para pasar la noche, alguien cierra la puerta por fuera y el vagabundo se da cuenta que ha entrado en un vagón frigorífico, al día siguiente -según el relato- lo encontraron muerto con todos los signos clínicos de muerte por congelación. Esta historia la explican entre otros Robert Masters y Armando Fuentes Aguirre “Catón”.
Independientemente de la veracidad de esta historia, lo que si está comprobado es que, si a una persona se le realiza un escáner pidiéndole que piense en una manzana, y luego otro mostrándole una foto de una manzana, el resultado es el mismo, las zonas de estimulación son las mismas, tanto si es una idea o una imagen, es decir en cuanto al funcionamiento biológico, la cosa y la idea de la cosa son equivalentes.

En nuestros días, el sólo hecho de recibir un diagnóstico, genera muchos síntomas, de tal manera que muchos pacientes, de lo primero que se tienen que curar es del impacto que el diagnóstico les ha producido, pues el miedo, la incertidumbre, la sensación de estar atrapados en algo grande y desconocido delante de lo cual tienen poco margen de maniobra es lo que realmente los lleva enfermar gravemente. Hay pacientes que han recibido un diagnóstico equivocado, en estos días, cuando la información médica está al alcance de cualquier persona, generando muchos síntomas que han leído acerca de la enfermedad.

El cerebro no entiende de cosas reales y cosas imaginarias, una madre podría desarrollar síntomas en sus glándulas mamarias si, viendo una película, se conmocionara por un niño que está en peligro.

El cerebro no puede distinguir entre lo real y lo imaginario, entre lo virtual y lo simbólico. La biología no puede hacer diferencia, no hace diferencia entre la información que viene de fuera o la que viene del interior del cuerpo. Los animales solo viven conflictos en lo real por lo tanto solo buscan soluciones reales: huir, atacar, camuflarse, etc.; los humanos en cambio podemos sufrir conflictos imaginarios.

Los símbolos son importantísimos para los seres humanos, si dibujo un corazón, una casa, una flor, etc. eso resume muchas cosas. Una historia de amor en el cine, entre dos actores que en realidad no se quieren, puede arrancarnos las lágrimas más sentidas, igual que las del primer desengaño amoroso que hayamos tenido, estamos en un plano virtual, un plano que puede crear síntomas.

La biografía –y la imaginación- se convierten en biología.

Para el cerebro el símbolo es la cosa, una palabra, una imagen que lo mismo nos puede enfermar o curar.

FOTO: Tina Modotti