miércoles, 7 de marzo de 2018

LO REAL Y LO IMAGINARIO



Hace tiempo circula por internet una historia que no he podido comprobar, de un vagabundo de Detroit que entra a un vagón de un tren para pasar la noche, alguien cierra la puerta por fuera y el vagabundo se da cuenta que ha entrado en un vagón frigorífico, al día siguiente -según el relato- lo encontraron muerto con todos los signos clínicos de muerte por congelación. Esta historia la explican entre otros Robert Masters y Armando Fuentes Aguirre “Catón”.
Independientemente de la veracidad de esta historia, lo que si está comprobado es que, si a una persona se le realiza un escáner pidiéndole que piense en una manzana, y luego otro mostrándole una foto de una manzana, el resultado es el mismo, las zonas de estimulación son las mismas, tanto si es una idea o una imagen, es decir en cuanto al funcionamiento biológico, la cosa y la idea de la cosa son equivalentes.

En nuestros días, el sólo hecho de recibir un diagnóstico, genera muchos síntomas, de tal manera que muchos pacientes, de lo primero que se tienen que curar es del impacto que el diagnóstico les ha producido, pues el miedo, la incertidumbre, la sensación de estar atrapados en algo grande y desconocido delante de lo cual tienen poco margen de maniobra es lo que realmente los lleva enfermar gravemente. Hay pacientes que han recibido un diagnóstico equivocado, en estos días, cuando la información médica está al alcance de cualquier persona, generando muchos síntomas que han leído acerca de la enfermedad.

El cerebro no entiende de cosas reales y cosas imaginarias, una madre podría desarrollar síntomas en sus glándulas mamarias si, viendo una película, se conmocionara por un niño que está en peligro.

El cerebro no puede distinguir entre lo real y lo imaginario, entre lo virtual y lo simbólico. La biología no puede hacer diferencia, no hace diferencia entre la información que viene de fuera o la que viene del interior del cuerpo. Los animales solo viven conflictos en lo real por lo tanto solo buscan soluciones reales: huir, atacar, camuflarse, etc.; los humanos en cambio podemos sufrir conflictos imaginarios.

Los símbolos son importantísimos para los seres humanos, si dibujo un corazón, una casa, una flor, etc. eso resume muchas cosas. Una historia de amor en el cine, entre dos actores que en realidad no se quieren, puede arrancarnos las lágrimas más sentidas, igual que las del primer desengaño amoroso que hayamos tenido, estamos en un plano virtual, un plano que puede crear síntomas.

La biografía –y la imaginación- se convierten en biología.

Para el cerebro el símbolo es la cosa, una palabra, una imagen que lo mismo nos puede enfermar o curar.

FOTO: Tina Modotti

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