Una gran parte de mi ejercicio médico y terapéutico es con jóvenes y adolescentes, con ellos casi siempre acabamos hablando de una palabra fundamental en la vida: la disciplina, una palabra a la que muchas personas le tienen aversión porque la asocian, con el control.La palabra disciplina viene de "discípulo" La raíz DEK aceptar,
recibir, tomar (doctrina, digno, docente, dogma, colédoco, diestro documento,
dócil, etc), la raíz CIP capturar, agarrar (participar, incipiente, príncipe,
emancipar), el sufijo L / ULUS que es un diminutivo. Un discípulo es alguien
pequeño que recibe algo.
Etimológicamente, la palabra disciplina es la actitud de un discípulo que
aprende, con el tiempo, la disciplina la asociamos más al control, el que ejerce
un padre, un maestro o un tutor sobre un hijo, alumno, etc. Y posteriormente el
control que uno mismo se impone. Es poco atractivo tener disciplina asociada a la
palabra control.
Me gusta más la palabra "ascesis" del griego
"áskesis" que significa ejercicio, preparación para una prueba. Es un
término utilizado por el gimnasta Platón, el de las espaldas anchas, y cuyo
significado lo ampliaba al terreno espiritual, la ascesis, no es solo un
ejercicio físico, también es una preparación para la vida.
Es un arte tener una disciplina personal digna y equilibrada, porque muy pocas
personas se ponen a reflexionar qué tipo de disciplina les conviene y quieren
para su vida, en general, la disciplina que tenemos es una continuación,
oposición, exageración, disminución, etc. De la disciplina / control, que hemos
recibido. Un problema grande también es el hecho de no haber recibido una
disciplina: todo ser humano necesita la consciencia de límite, lo vemos en el
recién nacido, uno de los movimientos que hace con sus manos y sus pies, en
general con todo su cuerpo, es buscar el límite que lo ha contenido todos esos
meses, las paredes que le han dado sentido a su vivencia, todos necesitamos
disciplina.
Cuando somos adultos, y diría mas, desde que somos capaces de tomar consciencia, tenemos la oportunidad de elegir nuestra
propia disciplina, ya no puede ser una simple continuación, oposición, etc. a lo que recibimos de nuestros padres, ahora te toca a ti, ser el moderador de tus retos. Es importante para hacernos adultos, encontrar nuestra propia disciplina, aquella en la que nos sentimos dignos, libres, con entusiasmo, una disciplina que nos permita experimentar la gran alegría de superar un reto.
Todo lo vivo, especialmente los seres vivos animados
necesitamos superar retos para que nuestra vida tenga sentido, el equilibrio
consistirá en que nuestra disciplina tenga un toque ascético, de preparación;
no debe ser una tiranía, no debe ser ausencia de límites, es como la gestión del tiempo, las personas que son soberanas, tienen un tiempo atado digno y un tiempo libre jubiloso.
Los adolescentes suelen comprender muy bien que la palabra disciplina es la solución
para muchos de sus asuntos. Por ejemplo, le puedo preguntar a un joven de 20 años,
con dificultades escolares, laborales, adictivas, etc. ¿Cuáles son tus
problemas?, respuestas:
- Fumo muchos porros
- Me voy a dormir muy tarde
- Me levanto tarde, no desayuno bien,
no aprovecho bien la universidad
- Las clases son en inglés y no
entiendo nada y tampoco tengo paciencia
- Salto muy rápido cuando mi madre dice
algo
Le dije: “En realidad tienes un solo problema: disciplina”.
Es obvio que nuestra vida es compleja, que nuestras dificultades tienen muchos
ingredientes y condimentos, pero está claro que una disciplina personal, una
actitud de “entreno” ante los retos que la vida pone, proporciona una actitud
fuerte y sólida para nuestro camino. A los adolescentes les encanta que les
diga: “Eres exitoso porque has sido disciplinado”. Estamos sumamente
condicionados, el esfuerzo depende de nosotros, el resultado no, si nos hacemos
responsables del proceso, sabremos que hay placer en ser coherente, en haber
hecho lo que te tocaba hacer, en haber sido disciplinado.
Quien es disciplinado es exitoso.