Hemos
hablado de literatura rusa, pero también de culebrones mexicanos, pues
no debemos olvidar que Rusia se paralizaba con la transmisión de “Los
ricos también lloran”, y así como los culebrones catalanes me ayudaron a
mi a aprender el catalán de la calle, a él le han ayudado las series
Españolas y los culebrones mexicanos.
Toda
reflexión en torno a las cuestiones literarias es para mi punitiva y
liberadora al mismo tiempo. Recientemente una entrañable amiga me decía
tímidamente “últimamente escribes más de lo que lees”, cuando justamente
tengo la sensación de que ¡Ya debería publicar algo!, pues coincido con
Kureishi “Nunca te encontrarás a ti mismo en un libro a menos que lo
escribas tu”.
Sin
duda el proceso creativo se acelera cuando un hombre entra en crisis,
porque cualquier hombre en un momento de crisis recurre a lo que mejor
conoce, el homicida al homicidio, el ladrón al latrocinio, el mentiroso a
la mentira, el escritor a la escritura. Y junto con mi amigo Ruso,
recordamos como Agobiado por sus deudas, Fyodor Dostoyevsky se
comprometió a escribir “El jugador” en poco tiempo, para ello pidió
ayuda a la joven taquígrafa Anna Grigórievna Snítkina, consiguió dos
cosas, escribir la obra en 26 días y al mismo tiempo conseguir mujer,
pues ella se quedó a vivir con él.
Quizás debería firmar un contrato y ponerme a escribir algo.