lunes, 25 de enero de 2016

EN MOSCÚ, LOS RICOS TAMBIÉN LLORAN

Tengo una reciente amistad con un filólogo, él es ruso y su especialidad es el castellano, cuando le conocí le espeté “Moscú no cree en las lágrimas”, me contestó “Pero en Moscú, los ricos también lloran”, y de esta manera ambos evitamos el acercamiento lejos de los tópicos sobre Rusia o sobre México, y al ser ambos de provincia hemos tenido la oportunidad de enterarnos de cosas diferentes de nuestros países, cosas que ocurren fuera de los reflectores que apuntan a Moscú o ciudad de México.
Hemos hablado de literatura rusa, pero también de culebrones mexicanos, pues no debemos olvidar que Rusia se paralizaba con la transmisión de “Los ricos también lloran”, y así como los culebrones catalanes me ayudaron a mi a aprender el catalán de la calle, a él le han ayudado las series Españolas y los culebrones mexicanos.
Toda reflexión en torno a las cuestiones literarias es para mi punitiva y liberadora al mismo tiempo. Recientemente una entrañable amiga me decía tímidamente “últimamente escribes más de lo que lees”, cuando justamente tengo la sensación de que ¡Ya debería publicar algo!, pues coincido con Kureishi “Nunca te encontrarás a ti mismo en un libro a menos que lo escribas tu”.
Sin duda el proceso creativo se acelera cuando un hombre entra en crisis, porque cualquier hombre en un momento de crisis recurre a lo que mejor conoce, el homicida al homicidio, el ladrón al latrocinio, el mentiroso a la mentira, el escritor a la escritura. Y junto con mi amigo Ruso, recordamos como Agobiado por sus deudas, Fyodor Dostoyevsky se comprometió a escribir “El jugador” en poco tiempo, para ello pidió ayuda a la joven taquígrafa Anna Grigórievna Snítkina, consiguió dos cosas, escribir la obra en 26 días y al mismo tiempo conseguir mujer, pues ella se quedó a vivir con él.
Quizás debería firmar un contrato y ponerme a escribir algo.

1 comentario:

Josu Sein dijo...

Una vez me dijiste que tú tiendes a tener en cuenta a los clásicos, los ya consagrados, cuando yo te dije que en muchos casos no me importaba no leer nunca obras que se supone que todo bibliófilo debe haber leído con tal de leer obras de gente a la que no se le da el lugar que merece, porque los clásicos de hoy, por definición, no lo fueron en su momento. Así que te animo a que publiques.

Difiero en lo de que uno escriba más (o lo que sea a lo que se dedique) cuando está en crisis. Es muy subjetivo. Cuando se trata de arte, trabajo creativo o como quieras llamarlo, siempre te encontrarás a los que te dirán que cuando están mal crean más frente a los que te dirán que cuando están bien es cuando crean (incluso obras que la gente relaciona equivocadamente con etapas depresivas) mientras que cuando están mal no son capaces de hacer nada. Yo me encuentro entre éstos, y aún así, en la peor etapa de toda mi vida con diferencia, no ha desaparecido mi labor creativa, ni siquiera disminuido, sólo que me tengo que obligar a ello, mientras que pasada la crisis, sale por sí solo.

Literatura rusa: "Nosotros" de Yevgueni Zamiatin. Una de las novelas de mi vida con diferencia.