domingo, 29 de noviembre de 2009

FATALISMO DE PERSISTENCIA


El sabio mexicano Proceso Sánchez Ortega, hablaba con frecuencia del“fatalismo de persistencia” inherente a todo ser humano, es decir, la mezcla molecular que somos, así como los pensamientos, sensaciones, emociones, etc. se organizan de la mejor manera para conservarnos vivos.

En la enfermedad los síntomas se convierte en esfuerzos que hacemos para regresar al equilibrio, movidos por esa inercia hacia la vida y la unidad. Ese mismo fatalismo lleva a los niños a comprobar su existencia con detalles tan simples como rascarse o jugar con sus genitales, o mueve a los adultos a que busquemos esa cosa tan simple que se llama felicidad.

El fatalismo de persistencia nos hace relacionarnos con otros seres humanos y nos permite al mismo tiempo sentirnos cómodos dentro de nuestra piel... y entonces podemos comprobar que lo que realmente le da sentido a nuestra vida es ese fluctuante equilibro entre nuestra soledad y las relaciones con otros seres humanos.

Estos días pude abandonar mis persistentes reflexiones, pues el fatalismo de persistencia me permitió disfrutar de dos de las mejores cosas que me dan vida: amigos y Barcelona, unos días agradables con sabor Zacatecano y una enésima comprobación de lo bella que es esta ciudad.

FOTO: Ayer la Barceloneta no entendía de elucubraciones y disquisiciones, el sol era el escenario donde amigos entrañables disfrutamos de una exquisita paella.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

MISS COLOMBIA


Me he enterado que Paulina Rubio cantó hace una semana en el concurso de “Miss Colombia” celebrado en Cartagena, y fuentes no periodísticas me han chivado que comía arepas rellenas de queso en plena calle. Me hizo mucha gracia, porque en marzo pasado, yo paseaba con otra rubia que estaba también obsesionada con comer arepas de Cartagena.

Allí mismo supimos que en el hotel donde nos hospedábamos, solía ser la sede de algún trozo del gran evento colombiano. Si quieren ustedes más chismorreo de mi parte, les diré que encontré a dos reinas en la terraza del hotel, a punto de lágrimas porque el jacuzzi no funcionaba, era muy gracioso verlas haciendo “pucheritos” con una mano en la boca que intentaba cubrir su aflicción y otra mano sosteniendo su corona.


Fue en Colombia donde encontré una veta interminable de videos del “youtube” donde las “misses” nos enseñan las verdaderas cosas de este mundo, ella suelen ser forjadoras serias de opinión pública, fuerte interminable de ternura y un dechado de cultura, pero no se confundan ustedes, sin duda la más grande de todas, es YEIRIS PAOLA, aquella que habla inglés “pero muy despacio”, más despacio que el catalán “intimo” de Jose María Aznar.

Estos y otros chismorreos, me hacen sonreír y me hacen aguantar los diez mil kilómetros que me separan de un gran amigo que hoy cumple años, y a quien para felicitarlo –además del efusivo abrazo- le haría un discurso que haría temblar a la mismísima “miss” que sabe a ciencia cierta que la confusión nació con CONFUCIO.


FELIZ CUMPLEAÑOS GERMAN


FOTO: Una calle de Cartagena

domingo, 22 de noviembre de 2009

OTOÑO EN PAMPLONA


Ayer se fue; mañana no ha llegado;

hoy se está yendo sin parar un punto:

soy un fue, y un será y un es cansado”

Quevedo


Dice Marguerite Yourcenar que “el tiempo es el gran escultor”, efectivamente el tiempo es el que le da el correcto peso a las cosas, el que pone los asuntos de la historia en su dimensión justificada, el que ayuda al hombre prudente para que no sucumba a la prisa, al impulso, para que delante de las dificultades pueda entrenarse en la paciencia.


Sin duda los físicos nos podrán explicar que en el fondo el tiempo no existe, no es más que una coordenada más que el entendimiento utiliza para interpretar la realidad que percibe, es el eje de la historia universal, San Agustín de Hipona, consciente de tal problema se adelanta y nos habla del tiempo como “una distensión del alma”, es decir una manera más de percibir en el ser humano.


Estas cosas reflexionaba yo mientras asistía a la epifanía otoñal: miraba como las hojas ocres, marrones, vino, rojas, caían de los árboles y tapizaban el suelo, y a pesar de que aún se podía ver alguna extraviada y estival mariposa, la contundencia de las hojas cayendo, y el viento suave y frío sobre la cara constataban el inexorable paso del tiempo.


Y entonces me alegré de esa temporalidad, porque gracias a esa sucesión de hechos estaba yo aquí en Pamplona, haciendo una de las cosas que más me gusta: entender lo que le pasa al corazón humano (vamos ejercer de médico).


El encuentro y las conversaciones con los amigos delante de unos exquisitos pinchos y unos buenos vinos, hicieron que borráramos cualquier elucubración respecto del tiempo.


FOTO: Un rinconcito en Pamplona

viernes, 20 de noviembre de 2009

COMO ME DESHICE DE QUINIENTOS LIBROS (Augusto Monterroso)


¿ Cómo tiene lugar este proceso? Un día está uno tranquilo leyendo en su casa cuando llega un amigo y le dice: ¡Cuántos libros tienes! Eso le suena a uno como si el amigo le dijera: ¡Qué inteligente eres! y el mal está hecho. Lo demás ya se sabe. Se pone uno a contar los libros por cientos, luego por miles, y a sentirse cada vez más inteligente. Como a medida que pasan los años (a menos que sea un verdadero infeliz idealista) una cuenta con más posibilidades económicas, uno ha recorrido más librerías y, naturalmente, uno se ha convertido en escritor, uno posee tal cantidad de libros que ya no sólo eres inteligente; en el fondo eres un genio. Así es la vanidad esta de poseer muchos libros...

Feliz fin de semana, yo me voy a Pamplona a trabajar.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

MI ABUELO Y LA CIUDAD


Empecé mi jornada de la mano de un sabio Barcelonés que nos explicaba los productos de una ciudad y su consonancia analógica en la vida de los seres humanos, era evidente que el epitome de todos ellos era el dióxido de carbono, aunque había más, entre otros: insectos, ratas, palomas, basura, ruido, electricidad, deshechos humanos, lantánidos utilizados para que funcionen los teléfonos móviles, las pantallas del ordenador, etc.

Nos explicaba aspectos peculiares que el ser humano tiene respecto de las ciudades, por ejemplo que más del 50 por ciento de los seres humanos vivimos en las ciudades, que es paradójico el hecho de que los urbanos somos al mismo tiempo activos imparables con un halo de cansancio crónico; que lo que nos llega a enfermar es el asunto de hacer cosas por hacer, sin estar presentes para lo que de verdad amamos.

Entonces salí decidido a comprobarlo y dejé la moto aparcada, con el objetivo de encontrarme cara a cara con la realidad urbana, y percibir esa soledad en medio de tanta gente; esa rutilante vida social versus la indiferencia hacia los peatones (y viceversa claro está), percibir el comportamiento en los cruces de las avenidas analógico al movimiento que hacen hormigas, ratas y palomas. Pero también tengo que decir que en la ciudad que vivo es difícil ver a esos tres millones de personas que en Tokio (en el cruce llamado Shibuya) se encuentran cada día.

En Barcelona por el contrario encontré una ciudad luminosa, donde a ratos me parecía que el reflejo de la luz sobre los otoñales árboles hacían un juego prístino y pueril, y yo me regocijaba siendo testigo.

Después comprobé que efectivamente las ciudades (y quizás esta en particular) te dan la oportunidad de vivir cosas de manera muy intensa, y no quiero hacer un relato minucioso de ellas, porque al hacerlo revelaría mucho de mi intimidad, y aún pienso que el hombre que ha perdido su intimidad lo ha perdido todo, pero era consciente que en mi pequeña ciudad difícilmente hubiera vivido las situaciones intensas que Barcelona me ha dado en un solo día.

Me subí a la bici porque necesitaba ver el mar, no me pregunten ustedes desde cuando el mar es una especie de respiración para mis huesos, lo cierto es que la percepción del aire marino sobre mi rostro, me dio una sensación de reconciliación, yo dije que era con la ciudad, aunque la verdad no estoy reñido con ella, quería pensar que conmigo mismo, pero tampoco, porque en general me siento a gusto en mi piel, entonces pensé que la nitidez lingüística diciendo “reconciliación” no era del todo correcta, quizás tenía que haber dicho “asentimiento”, pero me daba lo mismo, yo estaba en armonía, un punto de equilibrio entre la acción y la reflexión, entre la adrenalina que se libera con un ejercicio físico y las endorfinas que nos regalan unos minutos de meditación.

Entonces me acordé que una señora me preguntó que porque su hijo se rascaba tanto, evidentemente quería una respuesta superior a la que le había dado el dermatólogo: Sarna (es decir sarcoptes scabei), entonces a mi se me ocurrió que el niño se rascaba para comprobar su existencia, y la madre asintió, no tengo espacio para explicar que mi disquisición intelectual estaba acertada, aún cuando la había hecho sin previa reflexión, pero créanme, el niño necesitaba comprobar su individualidad, como todos lo necesitamos de vez en cuando.

Me he distraído del asunto que me traía hasta aquí, que era, reflexionar sobre la “energía” que tiene una ciudad, y déjenme explicarles a ustedes que en algún momento de mi paseo ciclista –nocturno-, una sacudida del alma me dejó un tanto perplejo y triste al unísono, entonces apagué la música y me puse a mirar el mar, y me dio una ligera pena al pensar que mi abuelo DON PANCHO de 98 años recién cumplidos nunca conoció el mar, y parece ser que nunca lo conocerá pues ha entrado en el declive total de su vida, él que hasta hace unos pocos meses aún era capaz de subirse a su burro para ir al campo que le daba vida, él al que una vez le dije –siendo su sembrador- que yo no nací para el campo, ese par de viejecitos que incrementan mis ganas de ir cada tres meses a México solo para comprobar el milagro de sus arrugas y los latidos de su corazón que llevan un maratón de más de 90 años, y me dio mucha pena pensar que probablemente no tendré el privilegio de asistir a su entierro, yo que he sido su médico en los últimos quince años.....

Pero vino el sabio Jaime Sabines, que en circunstancias similares le dijo a su tía Chofi: “Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofi, pero esa tarde me fui al cine e hice el amor.” A mi desde que me dijeron que mi abuelo está en los últimos días de su vida, me ha dado por estar triste y al mismo tiempo estar intenso, y he podido sentir en mi corazón que naciendo campesino, tengo un corazón urbano, y seguramente mis antepasados lo aprueban.

He empezado el día reflexionando en la vida urbana, mientras una vida totalmente rural se apaga como se apaga una vela que ha irradiado energía y alegría.
FOTO: Plaza de Cataluña, sito en el cual muchas veces he pensado en mi vida urbana y la entrañable vida rural de mi abuelo.

domingo, 15 de noviembre de 2009

WALT WHITMAN Y NATSUME SOSEKI


Natsume Soseki.- Cuando conocí tu poema “Canto a mi mismo” la epifanía de un hombre tan optimista y exultante me abrumó, sentí que mis perennes dolores físicos, y mi carácter taciturno se acrecentaban y generaban en mi una sonrisa que pretendía –al contrario de ti- ser compasiva de mi mismo, y solo conseguía ser metáfora de mi espartana tristeza.

Walt Whitman.- Desde la eternidad omnisciente que habito, fruncí un poco el ceño cuando leí el ensayo que escribiste sobre mi poesía, y luego seguí con admiración la maestría con la que escribías el estilo “kanshi” y “Haikus”, y lo que más disfruté fue esa progresiva compasión hacia el hombre, a los sencillos gestos humanos, a veces amargos, a veces beatíficos, con silencios evocadores y sobre todo con un intenso lirismo.

Natsume Soseki.- Tienes razón, ambos con un profundo lirismo, pues dicen los críticos de ti y de mí, que no correspondimos a ninguna escuela, y tampoco la formamos, aunque parece ser que son muchos los que nos toman como referencia, es un asunto que lo vivo con reserva, pues mi escritura no nacía con el ánimo de tener adeptos, escribía porque el “Kokoro”, o corazón que habita en todas las cosas, resonaba en mi con facilidad, en especial las modulaciones del corazón humano, y yo simplemente transmutaba ese interior en palabras

Walt
Whitman.- “Canto a mi mismo” fue considerado por los lectores de mi época una temeraria parodia épica, yo intentaba del principio al fin, registrar a una persona, a un ser humano (a mí mismo, en la segunda mitad del siglo XIX, en América) libre, completo y verdaderamente en la historia, y me quería presentar lleno de vida.

Natsume Soseki.- Los que te leímos póstumamente, fuimos conscientes de las grandes contradicciones que había en la persona en referencia a su obra, y por más esfuerzos que hiciste en parecerte a un trabajador y hacer causa común con los oprimidos y con la gente del pueblo, sabes que eras consciente de tu esfuerzo personal hasta la saciedad para convertirte en una persona carismática, te convertiste en un Apolo asediado por las mujeres, y sin embargo esa belleza extraordinaria física con la que la naturaleza te prodigó no bastó para alegrarte del todo en la vida.

Walt
Whitman.- Yo seguí con mucho cuidado tus depresiones, tu inmensa soledad, especialmente cuando viviste en Inglaterra, y considero una diáspora exagerada tu aversión a lo inglés y occidental, a través de la literatura, fuiste capaza de extraer la “belleza” que anida en todo ser según la filosofía occidental perenne, pero nunca pudiste superar esa risa que te provocaba tu propia figura exigua en los espejos de los escaparates londinenses, así que seguro que ahora eres consciente de que nuestra propia historia nos modula, yo me crié en una familia de psiquiatría con un padre alcoholizado y tu dado en adopción dos veces, y acosado por los chantajes de tu padre adoptivo una vez que fuiste famoso, ambos intentamos superar las vicisitudes personales mediante la palabra: la mía optimista, la tuya discretamente afligida.

Natsume Soseki.- Confieso que superando el exacerbado optimismo de tu obra -el cual no comparto-, disfruté mucho tu intento de unir la dualidad en general, te sientes parte de los jóvenes y de los viejos, te ves en toda la gente, y ninguno es más y ninguno es menos, conseguiste que cualquier hombre o mujer americana (incluso los niños) te sintieran suyo.

Walt
Whitman.- Devuelvo tu elogio manifestando, que en Kokoro, no le quisiste dar nombre al “Sensei”, al maestro porque te parecía que los maestros se les reconoce así de manera natural, sin nombre, y sin duda tus obras te han convertido en un maestro en oriente y en occidente, has conseguido que esa discreta tristeza que hay como música de fondo en tu obra, se convierta en el espacio ideal para la reconciliación de múltiples corazones afligidos por las cuestiones existenciales que aquejan al hombre desde siempre: el amor y la vida, y lo hiciste con palabras agarradas a la carne y a los huesos de tus protagonistas.

Ambos escribían de la misma cosa con diferentes registros.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

DEN HAAG



He venido a La Haya con el objetivo de encontrarme con un maestro de la ciencia y el arte que me dedico, pero también tenía una espartana emoción de pisar la tierra donde pasó sus últimos años el gran sabio Spinoza.


Delante de su casa estaba emocionado intentando visualizar la vida de ese hombre independiente, descendiente de españoles expulsados, rebelde, que prefirió ganarse la vida como humilde pulidor de cristales a ser condicionado en su pensamiento en una cátedra; perseguido por la Iglesia –su tumba fue profanada-, un gran espíritu libre que contribuyó a la libertad de educación y creencias que vivimos en la actualidad.


Me he dado tiempo de hacer una breve escapada para ver el museo Mauritshuis, y ver esa famosa obra de Vermeer “La joven de la perla”, “La lección de anatomía del doctor Tulp” de Rembrandt, entre otras. Creo que le estoy encontrando gusto a los museos.


FOTO: el museo Mauritshuis de perfil. Y la joven de la perla.

viernes, 6 de noviembre de 2009

PARA CANTAR RANCHERAS

Concha Buika nos cantó anoche “Volver, Volver” y “El último trago” entre otras, una voz que en los primeros registros se percibe dulce y áspera a la vez, que seduce al oído pero que se rompe innecesariamente en todos los registros altos.

Y es que mire usted, para cantar las canciones de José Alfredo, con la pasión que canta Chavela o Vicente Fernández, hace falta algo más que simplemente tener el corazón herido, hace falta tener un desgarro existencial, una melancolía infinita (como la que anida en el corazón de los mexicanos), ser un adepto a la religión del tequila, en una palabra: una transmutación de las letras de las canciones en vida.

Concha tiene una voz bella y peculiar, que se descompone en esa rebeldía que no acaba de encontrar sus causas, ella dedica sus canciones a los “amores imposibles”, a “los bien paridos”, “a los que no tienen remedio”, y cada mini reflexión termina diciendo “Como yo”. Comprendí que sus gritos desgarradores que intentan ser canto, son en realidad una búsqueda de cual es su verdadero sitio en el mundo, sin duda lo conseguirá, tiene carisma, energía, voz, dominio de la escena, etc. pero para cantar una ranchera, sigo prefiriendo a Chavela.

jueves, 5 de noviembre de 2009

CUENTO TECNOLÓGICO


(Enviado por una querida amiga)
Algunas veces es un error juzgar el valor de una actividad simplemente por el tiempo que toma realizarla...

Un buen ejemplo es el caso del ingeniero que fue llamado a arreglar una computadora muy grande y extremadamente compleja... una computadora que valía 12 millones de dólares.

Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato.
Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo.

Entonces encendió de nuevo la computadora y comprobó que estaba trabajando perfectamente.
El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto.

-"¿Cuánto le debo? "-preguntó.
- "Son mil dólares."
- "¿Mil dólares?... ¿Mil dólares por unos momentos de trabajo? ¿Mil dólares por apretar un simple tornillito? ¡Ya sé que mi computadora cuesta 12 millones de dólares, pero mil dólares es una cantidad disparatada!
La pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique."

El ingeniero asintió con la cabeza y se fue.
A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza procedió a enviar el pago en el acto, sin chistar. La factura decía:


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Detalle de servicios prestados:



Apretar un tornillo........... .... .... .... .... ... 1 dólar
Saber qué tornillo apretar...... ........ ..... 999 dólares
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FOTO Steen, Jan (Visita a la enferma de "mal de amores")

Rijksmuseum, Amsterdam.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

CRIMEN Y CASTIGO


La arrogancia ha esculpido en mi, un médico que difícilmente recomienda libros a los pacientes, pues en un contexto terapéutico tus palabras son evaluadas, meditadas y sobre todo juzgadas. En un contexto de amistad es diferente.

Hace días recibí un sobre procedente de los Estados Unidos con una pequeña tarjeta de felicitación y unos dólares “para que te compres el libro que más te guste”, con la alegría de testificar el milagro de que el dinero haya llegado en ese simple sobre sin seguridad alguna, me dirigí a la librería LAIE de la calle Pau Claris y como siempre disfruté de tocar libros que aún no he leído y que sin duda guardan sabiduría, pasiones, sentido de vida, etc. sin embargo me decanté por dos que ya he leído: “Hojas de hierba” de Walt Withman, y “Crimen y Castigo” de Dostoievski.

Hoy me he arriesgado, y en un contexto terapéutico he recomendado ambos libros.