domingo, 15 de noviembre de 2009

WALT WHITMAN Y NATSUME SOSEKI


Natsume Soseki.- Cuando conocí tu poema “Canto a mi mismo” la epifanía de un hombre tan optimista y exultante me abrumó, sentí que mis perennes dolores físicos, y mi carácter taciturno se acrecentaban y generaban en mi una sonrisa que pretendía –al contrario de ti- ser compasiva de mi mismo, y solo conseguía ser metáfora de mi espartana tristeza.

Walt Whitman.- Desde la eternidad omnisciente que habito, fruncí un poco el ceño cuando leí el ensayo que escribiste sobre mi poesía, y luego seguí con admiración la maestría con la que escribías el estilo “kanshi” y “Haikus”, y lo que más disfruté fue esa progresiva compasión hacia el hombre, a los sencillos gestos humanos, a veces amargos, a veces beatíficos, con silencios evocadores y sobre todo con un intenso lirismo.

Natsume Soseki.- Tienes razón, ambos con un profundo lirismo, pues dicen los críticos de ti y de mí, que no correspondimos a ninguna escuela, y tampoco la formamos, aunque parece ser que son muchos los que nos toman como referencia, es un asunto que lo vivo con reserva, pues mi escritura no nacía con el ánimo de tener adeptos, escribía porque el “Kokoro”, o corazón que habita en todas las cosas, resonaba en mi con facilidad, en especial las modulaciones del corazón humano, y yo simplemente transmutaba ese interior en palabras

Walt
Whitman.- “Canto a mi mismo” fue considerado por los lectores de mi época una temeraria parodia épica, yo intentaba del principio al fin, registrar a una persona, a un ser humano (a mí mismo, en la segunda mitad del siglo XIX, en América) libre, completo y verdaderamente en la historia, y me quería presentar lleno de vida.

Natsume Soseki.- Los que te leímos póstumamente, fuimos conscientes de las grandes contradicciones que había en la persona en referencia a su obra, y por más esfuerzos que hiciste en parecerte a un trabajador y hacer causa común con los oprimidos y con la gente del pueblo, sabes que eras consciente de tu esfuerzo personal hasta la saciedad para convertirte en una persona carismática, te convertiste en un Apolo asediado por las mujeres, y sin embargo esa belleza extraordinaria física con la que la naturaleza te prodigó no bastó para alegrarte del todo en la vida.

Walt
Whitman.- Yo seguí con mucho cuidado tus depresiones, tu inmensa soledad, especialmente cuando viviste en Inglaterra, y considero una diáspora exagerada tu aversión a lo inglés y occidental, a través de la literatura, fuiste capaza de extraer la “belleza” que anida en todo ser según la filosofía occidental perenne, pero nunca pudiste superar esa risa que te provocaba tu propia figura exigua en los espejos de los escaparates londinenses, así que seguro que ahora eres consciente de que nuestra propia historia nos modula, yo me crié en una familia de psiquiatría con un padre alcoholizado y tu dado en adopción dos veces, y acosado por los chantajes de tu padre adoptivo una vez que fuiste famoso, ambos intentamos superar las vicisitudes personales mediante la palabra: la mía optimista, la tuya discretamente afligida.

Natsume Soseki.- Confieso que superando el exacerbado optimismo de tu obra -el cual no comparto-, disfruté mucho tu intento de unir la dualidad en general, te sientes parte de los jóvenes y de los viejos, te ves en toda la gente, y ninguno es más y ninguno es menos, conseguiste que cualquier hombre o mujer americana (incluso los niños) te sintieran suyo.

Walt
Whitman.- Devuelvo tu elogio manifestando, que en Kokoro, no le quisiste dar nombre al “Sensei”, al maestro porque te parecía que los maestros se les reconoce así de manera natural, sin nombre, y sin duda tus obras te han convertido en un maestro en oriente y en occidente, has conseguido que esa discreta tristeza que hay como música de fondo en tu obra, se convierta en el espacio ideal para la reconciliación de múltiples corazones afligidos por las cuestiones existenciales que aquejan al hombre desde siempre: el amor y la vida, y lo hiciste con palabras agarradas a la carne y a los huesos de tus protagonistas.

Ambos escribían de la misma cosa con diferentes registros.

No hay comentarios: