domingo, 9 de septiembre de 2018

YO ESTOY BIEN, TU ESTÁS BIEN



Según la teoría de Eric Berne tenemos tres estados del YO: El niño, el padre y el adulto. La gestión de cada uno de esos aspectos tiene como resultado la manera como nos comunicamos. Al niño le necesitamos porque gracias a él somos creativos, espontáneos, nos divertimos, etc. El padre es importante porque es el imperativo que nos permite saber en automático lo que se ha de hacer y lo que no, el adulto es el contacto con la realidad y un buen equilibrador del niño y del padre enfermos.

Si alguien pregunta ¿Has visto mi reloj?, está haciendo una pregunta de adulto a adulto, el adulto simplemente responde, en cambio si la respuesta fuera desde el PADRE diría "Tu siempre pierdes las cosas", si la respuesta fuera desde el niño "A mi siempre me culpas de todo", y así es como comienzan los problemas de comunicación.





NIÑO. - Es la parte más valiosa de la personalidad, a nuestro niño debemos el encanto, el placer, el impulso creador; Nuestro Niño es la parte de nuestra personalidad que nos aporta, si lo tratamos adecuadamente, la espontaneidad, la creatividad, el entusiasmo, la habilidad, el afecto natural, la vivacidad, ... de cuando éramos niños. También puede ser una manifestación de nuestra personalidad atemorizada, vergonzosa, malhumorada, exigente, desconsiderada, e incluso cruel, ... como lo éramos de niños a veces. Es la parte más genuina de nosotros mismos y permanece en nosotros desde el nacimiento hasta la muerte.

Expresiones: ¡Yupi!, ¡Que guay!, ¡Fantástico!, La he fastidiado..., No sé qué más decir, Esto funciona.., ¿Vale...?, ¡Jo!, Que rollo... ¿Cuál me combina mejor?
Tonos de voz: Variable, o retraído y débil, o brillante y excitado.
Gestos: Bufar, hacer la burla, gesticular, retorcerse las manos, rascarse, mover la punta del pie, retorcerse un cabello, repiquetear en la mesa, manosear un lápiz, dibujar durante una reunión, bailar,...
Sensaciones: Nerviosismo, bienestar, picor, palpitación del corazón, lágrimas, risas, rubor o palidez repentina, temblor,...
Actitudes corporales: Las piernas recogidas bajo la silla, los pies en la mesa, desaliñado, desplomado, hombros contraídos, sacar el pecho, agitado, contraído, caluroso, gracioso, simpático, deprimido,...
Miradas: Moviendo los ojos a derecha o a izquierda, los ojos bajados, suplicantes, sonrientes, cómplices,...

PADRE. – Es la parte de nuestra personalidad que incluye una serie de sentimientos, actitudes y pautas de conducta que se asemejan a  los de una figura parental, es “lo que se ha de hacer”.
Todos hemos tenido padres o hemos sido criados por personas que hicieron para nosotros de padres y que han tenido para nosotros, en la infancia, adolescencia y algunas veces más tarde, una gran influencia. En la actualidad, algunas veces nos percibimos a nosotros mismos pensando, sintiendo, hablando o comportándonos como alguna de esas figuras parentales cuando estamos solos, pero sobre todo en nuestras relaciones con algunas otras personas.
El Padre es, en nuestra memoria, nuestro banco de datos interiorizado, nuestra certeza sobre lo que se debe hacer en la vida

EXPRESIONES- usa frases estereotipadas, refranes, clichés,
- da órdenes,
- usa adjetivos calificativos,
- hace juicios de valor,...como lo hacía alguna de nuestras figuras parentales.
Ejemplos: “El que manda, manda; aunque mande mal”, “Si no sabes hacer las cosas bien, no las hagas”, “Hazlo así”, “Eso no se hace”, “Siempre...”, “El asunto es…”, “Jamás...”, “Lo que hace falta es...”, “Porque lo digo yo, y punto”, “Esto es ridículo”, “¡Tonto!”, “¡Inmaduro!”, “¡Infantil!”, “No haces nunca nada bien”, etc.
Tono de voz: En general fuerte, como puntualizando o bien envolvente...
Gestos: Apuntar con el índice, sacudir la cabeza de un lado para otro, aprobar con la cabeza, hacer un guiño, estrechar a alguien en los brazos, dar una palmada en la espalda...
Actitudes corporales: Manos sobre las caderas, mirar de arriba abajo, cruzar los brazos sobre el pecho, meter la barbilla entre la mano, extender los brazos...
Expresiones faciales: Fruncir las cejas, expresión de simpatía o de altivez, apretar los labios, elevar las cejas, elevar los brazos al cielo...
Las miradas: Son intensas, amenazan o envuelven o apoyan o culpabilizan o miran desde arriba...

ADULTO. -  Es la parte de nuestra personalidad caracterizada por una serie autónoma de sentimientos, actitudes y pautas de conducta adaptadas a la realidad actual.

COMO DISTINGUIR EL ADULTO EN ACCIÓN
Cuando se hace cargo de la personalidad el Adulto de la persona, esta se comporta de una manera autónoma y pertinente a la situación aquí y ahora.
La serenidad dentro de la emoción, la escucha atenta, el uso de preguntas que buscan información, una mirada directa, etc. son algunos de los indicadores del Adulto.
Se manifiesta hacia fuera con palabras y frases que expresan hechos, datos internos y externos, con preguntas y respuestas con intención directa y clara, con valoraciones objetivas basadas en datos. Con acciones efectivas y pertinentes para resolver los problemas usando los datos y recursos de la situación. Con expresión de sentires auténticos relacionados con los estímulos y relaciones de la situación presente.
Usa palabras y frases como: “¿Preparado?... ¡Ahora!”, “¿Dónde pongo esto?”, “Aquí”, “¿Quién, qué, dónde, cuándo, cómo, por qué, para qué?”, “¿Has tomado una decisión?”, “¿Qué esperas de mí?”, “¿Cuáles son los medios de que dispones?”, “No estoy de acuerdo”, “Esta es mi opinión... , pero no es más que mi opinión”, “Estas son las ventajas y los inconvenientes”, "Me siento triste (contento, enfadado, asustado,…) cuando dices (haces) eso"...
Actitudes corporales: Relajado pero atento, cabeza derecha, mirada discreta, voz calmada, las piernas puestas en el suelo, los brazos abiertos,...

Hay que empezar por señalar que una persona se relaciona con los demás desde tres estados distintos de su personalidad: padre, adulto o niño.

Una persona se encuentra en su PADRE cuando juzga, aprueba, felicita, critica o recrimina. Se puede hablar de Padre nutritivo (“es lo que te conviene”) o de Padre coercitivo (“si no lo haces así ya sabes que te castigo”).

Es el resultado de las influencias externas sobre su personalidad. Reproduce especialmente las conductas y criterios de sus progenitores en los primeros años de su vida, cuando aquellos eran todopoderosos.

Se encuentra en su ADULTO cuando se informa, estudia, reflexiona, trabaja o informa a los demás.

Es la parte de la personalidad que se ha formado aprendiendo de las propias experiencias. Además, procesa objetivamente, como un ordenador, la información que recibe, calculando sus posibilidades de ser ciertas sobre la base de su anterior experiencia.  

Se encuentra finalmente en su NIÑO cuando ríe y cuando llora, cuando se alegra o se entristece. Existen dos formas de reaccionar: como Niño conformista, aceptando sumiso la norma, o como Niño rebelde, rechazándola.

Es la parte de la personalidad que se construye primero, a base de sensaciones y sentimientos. Se manifiesta con las mismas expresiones que cuando tenía tres, cinco o siete años. Se podría decir que actúa espontáneamente. NECESITAMOS LOS TRES ESTADOS. Pero cuando observamos a una persona, no la vemos en su totalidad, sólo podemos ver el estado de su yo en el que se encuentra en ese momento. Por sus palabras o sus gestos se podrá descubrir en qué estado se encuentra, y es posible pasar rápidamente de un estado a otro. Los tres aspectos de la personalidad tienen un alto valor para la supervivencia. Todos ellos tienen derecho a igual respeto y a un lugar legítimo en una vida completa y productiva.

El estado de PADRE capacita al individuo para actuar como padre o madre de sus hijos. Pero, además, permite que muchas cosas triviales y rutinarias se hagan ahorrando energía y tiempo, sin intervención del Adulto, sencillamente “porque es así como deben hacerse”.  

Desde el estado de ADULTO se analizan objetivamente las probabilidades de supervivencia en este mundo adverso y se establecen las pautas racionales de conducta. El Adulto regula las actividades del Padre y del Niño.

En el estado de NIÑO residen la intuición, la creatividad, el impulso de placer. Puede llegar a ser la parte más valiosa de la personalidad, aunque si el Niño resulta confuso y malsano, las consecuencias pueden ser funestas.



 LAS TRANSACCIONES  

El Análisis Transaccional estudia el intercambio de transacciones entre dos personas. Por un lado, se produce un estímulo y por el otro, una respuesta. Normalmente se tiende a proceder en cadena, de forma que la respuesta es a su vez estímulo para una respuesta del otro.

Cada transacción se produce desde un determinado estado de la personalidad. La simple enumeración de los tipos de transacciones posibles resulta ya muy ilustrativa.

Transacciones complementarias y paralelas se dan cuando las dos personas se encuentran en el mismo estado de su personalidad. Son las transacciones más positivas y representan una cómoda y fluida comunicación. Ambas personas hablan el mismo lenguaje.



transacciones complementarias y oblicuas, en las que una persona se encuentra en su Padre y la otra en su Niño. No son conflictivas y pueden ocasionalmente ser incluso satisfactorias. Pero si se instalan permanentemente, la ausencia de relaciones Adulto-Adulto o Niño-Niño sería fuente de insatisfacciones
  •  “No vayas a llegar tarde” - “Vaaaaleeee”

  • “¿Cuál me pongo?  -“Ponte la corbata de rayas.
Transacciones cruzadas, son las conflictivas y suelen terminar en una ruptura de la comunicación.
Hay muchas mas tipos de transacciones, pero es un buen inicio saber distinguir que parte de nuestra personalidad está en acción en los diferentes momentos de nuestro día y de nuestra vida.