martes, 31 de octubre de 2017

EL AMOR, AQUÍ Y AHORA



El amor es un asunto de presencia, amas de verdad aquello o aquellos para los que estás presente, y te aman, quienes de verdad están presentes para ti, independientemente de si “sienten bonito” en esa presencia. Podría ser que tengas que cuidar y asear a tus padres viejos y enfermos, y que te canses, y que incluso te rebeles, y en algunos momentos hasta te puede generar sentimientos paradójicos y ambivalentes, pero si estás presente, estás amando.
El fruto más exquisito del amor es la libertad, quien te ama de verdad te deja libre, y desde esa libertad tú decides estar presente. Desde el desapego interno, surge nuestra capacidad de estar presentes, es decir, es desde la libertad desde donde podemos amar.
Es verdad que en nuestros días las relaciones humanas están muy permeadas por la economía, "Si tu aportas, importas", mantenemos el interés en las personas de las que podemos obtener un beneficio, y quizás tenga un sentido biológico, pues la vida no se entretiene en aquello que no le beneficia, lo que no le sirve, la vida lo desecha, por ello creo que el amor más exquisito es aquel en el que uno mantiene el interés en las personas independientemente de lo que te aporten, cada vez más me doy cuenta que hay mucha gente que nos “quiere” así, sin razones.
De todas maneras, para quienes queremos mantener un toque romántico en el tema del amor, es importante que recordemos que el amor es el resultado de un equilibrio superior.
Intentaré explicar lo del “equilibro superior” con una creencia mía, yo creo en el equilibrio, pienso que todos los acontecimientos están equilibrados, y que generalmente no tenemos la oportunidad de ver ese equilibrio, porque nuestros instrumentos de percepción son limitados, y sirven solo para este mundo tridimensional del que nos damos cuenta, y al cual percibimos con unos sentidos muy limitados. La mayoría de los placeres se equilibrarán, si bebemos una copa de vino tinto, es un placer que luego el cuerpo lo equilibrará, si no es una copa y es una botella entera, la forma de equilibrarlo será más intensa. Por eso creo que los placeres y la felicidad buscada “como sea”, requerirán un equilibrio, y es legítimo buscarlos con la conciencia de que los equilibraremos, por el contrario, los placeres que aparecen sin esforzarnos en buscarlos, de alguna manera ya estaban equilibrados (según mis creencias claro).
Todo lo anterior requiere muchos matices, las personas piensan que la felicidad es una sorpresa que la vida les tiene reservada, y podría ser que no es así, la felicidad es un estado del ser que se va construyendo, desde el silencio, asintiendo a lo que hay, las personas felices tienen capacidad de valorar lo que ya tienen, no es una resignación, pues siempre debemos tener el corazón abierto a que la vida nos sorprenda, pero la actitud básica es la de estar presente, para este momento, para esto que hay ahora, la felicidad completa es este momento, quizás vengan momentos más felices, pero la felicidad completa ya está disponible para ti si estás presente.
La felicidad no es algo que tenga reservado el destino para sorprendernos, la felicidad es un acto creativo, es habitar el escenario interno de nuestra consciencia, porque es allí donde radica la realidad, es en nuestro interior mediante nuestros pensamientos, nuestras creencias y nuestros valores donde vivimos y dotamos de significado todo lo que vamos viviendo, es allí donde sufrimos y somos felices, allí es donde marcamos la calidad de nuestra existencia.
Los que no tenemos sabiduría innata debemos conocernos, conocer a los demás para poder relacionarnos mejor, pues un buen parámetro de la felicidad es la calidad en las relaciones que tenemos. Conociéndonos, quizás nos sorprendamos que somos más felices de lo que pensamos, asintiendo a la realidad sabremos que la felicidad ha estado siempre allí, que solo hacía falta que estuviéramos despiertos para darnos cuenta.

viernes, 20 de octubre de 2017

CON EL "AURA" DE CARLOS FUENTES



Carlos Fuentes escribió sobre la obra de su hijo: “No era una promesa era una conclusión”, ciertamente lo escribió diez días después de que su vástago muriera, un cinco de mayo de 1999, al igual que su tío abuelo Carlos Fuentes Boettiger, muerto en mayo de 1916 a los mismos años que el hijo de Carlos y Silvia Lemus, igual que Joaquin Xirau, hijo de Ana María Icaza y Ramón, grandes amigos de Carlos padre, joven muerto a los 27 años, también un cinco de mayo, cuando México celebra el aniversario de la batalla de puebla: fatalidades entrelazadas. Nunca podremos saber si la obra de Carlos Fuentes Lemus representaba los vislumbres de un corpus artístico, o el culmen de una vida marcada por el destino de los que tienen una sentencia de muerte a cuestas: padecía hemofilia, le faltaba el factor 8, en mis arborescencias semánticas quiero encontrar un toque poético. Hay una memoria sistémica mexicana que hace que se supere el mestizaje y sus matices, recordemos que un Ochavón es un hijo de un blanco y un cuarterón, un cuarterón es hijo de un tercerón y un blanco, un tercerón es hijo de un mulato y un blanco, un mulato es el hijo de un blanco y un negro, y como en México son tan escasos los negros, allí estamos todos, acogidos a ser ochavones para darle sitio a todas las combinaciones raciales posibles, y allí estaba el factor 8, faltando en la sangre del hijo del escritor de “La región más transparente”, novela que escribió Carlos padre a los mismos años con los que moría Carlos hijo. Y en la región más transparente acudimos a ver el anverso del México Rulfiano, y pudimos adentrarnos en una reflexión sobre lo mexicano urbano, una novela donde la ciudad es la protagonista en ella se mueven un sinfín de personajes emanados de la historia de un país cuya revolución ha fracasado, y allí estamos atónitos los lectores, sostenidos en el epíteto que Humboldt dio a esa bella ciudad: “Transparente”, porque quizás la intersección de muchos personajes y el fracaso social es la metáfora más “transparente” de la historia humana en general, y porque en esa ciudad siempre hubo grandes constructores, fueran aztecas o coloniales…

Le dije con orgullo a Carlos Fuentes que había leído “Aura” porque nos la habían prohibido. El obispo de Zacatecas Javier Lozano, que a la postre sería ministro de salud en el Vaticano, envió una lista de libros prohibidos que no deberían leer los seminaristas, el cura rebelde que nos enseñaba francés nos los llevó todos, y así fue como pudimos leer que “Felipe caía sobre el cuerpo desnudo de Aura, igual que caía el cristo negro que colgaba del muro de su faldón de seda escarlata…”, no solo leímos “Aura”, también supimos de “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada”, supimos de la amistad de Alejo Carpentier con el comunista Diego Rivera, nos hipnotizamos con los poemas de Neruda y su encuentro con García Lorca en Buenos Aires, encuentro que le rompería el corazón más tarde cuando Lorca fue asesinado y entonces se comprometió con el movimiento republicano y escribió “España en el corazón”, un listado con 66 libros, y seguramente el obispo no era consciente de que en el fondo nos estaba regalando una carretera de pasión por la literatura, porque Kerouac y su mítica “on the road” también estaba incluida. Demasiadas libertades para un pensador de derechas como el cardenal Lozano, quien llegó a decir que “El SIDA era un problema moral más que infeccioso” … ¡Benditas prohibiciones del “QUEQUI” !, porque debo confesar que los seminaristas dimos aquel apodo al obispo Lozano en honor a su ostensible prognatismo “¡Qué quijada!”.

Carlos Fuentes me insistió varias veces que no olvidara enviarle la dirección del cura que nos había proporcionado todos los libros prohibidos: “El chino Cárdenas, el sociólogo Cárdenas”, aquel que en su juventud estuvo participando en los movimientos obreros de Bélgica, “Es un héroe ese señor”, ¡Y lo era! Nos enseñó francés, nos hizo una inmersión invaluable en la literatura latinoamericana, porque el obispo de la quijada grande tenía especial manía con los autores latinoamericanos, le parecían grotescos y sin glamur, seguramente y a pesar de vivir en el siglo XX se seguía sintiendo un criollo, el chino Cárdenas, no solamente nos sembró la pasión literaria, también nos explicó la importancia de los movimientos de la teología de la liberación como un pulmón de aire fresco en el cristianismo latinoamericano, nos hizo sentir humanos.

Pude volar al lado de Carlos Fuentes aquella noche del 5 de mayo de 1999, porque un día antes había overbooking en el vuelo Buenos Aires - México (escala en Cancún) de Mexicana de aviación: 400 dólares de recompensa, una noche extra en un hotel de Buenos Aires y volar en clase ejecutiva al día siguiente.

Soy locuaz por naturaleza, y todavía hoy agradezco al señor Fuentes la paciencia que tuvo con ese compañero de asiento que le explicaba que lo único importante que había hecho en 1998 era volver a México de una aventura fallida y leer… “Porque, ¿Sabe usted señor Fuentes? La literatura ordena el caos”, sic… “Y lo que todavía no comprendo señor Fuentes, es ¿Cómo no ha alzado usted la voz lo suficientemente alto para respaldar o al menos ayudarnos a comprender la lucha de Marcos y los Zapatistas en el sur de México?”.  Sonrojado me dijo que no era verdad, y que llamarla “La primera guerrilla posmoderna” era un acto poético y de posicionamiento: se usaba la fuerza de las palabras y no la de las armas.

Unos días antes había hecho una cola interminable para conseguir que me firmara su libro “Los años con Laura Díaz” en la feria del libro de Buenos Aires, y ahora le tenía allí a mi lado, con un aire sereno e incluso benevolente.

El avión paraba en Cancún, para repostar combustible y para dejar a todos los argentinos ricos de la época de Menem que estaban locos con Cancún… y con Nueva York y con todo lo que estuviera accesible a la tarjeta de crédito. “Papá, he volado muchas horas en el avión de Buenos Aires al lado de Carlos Fuentes”, “¡Ah sí! Dijeron en la televisión que anticipaba su regreso porque había muerto su hijo”. La respuesta de mi padre me dejó circunspecto.

En el tramo de Cancún a ciudad de México, me hice el dormido, se me acabaron los discursos y las preguntas, se agotaron las palabras, pude ver con los ojos entrecerrados discretamente, que Carlos Fuentes me miraba, cronológicamente podría haber sido su hijo, y quiero pensar que la condescendencia hacia aquel apasionado y abrupto joven que le acompañó en el avión, correspondía al anhelo de poder intercambiar palabras con su hijo, el chico al que le faltaba el factor ocho, el ochavón, el criollo, el de la familia de europeos que quizás no se resignaron del todo a ser mexicanos (toda la familia incluido Carlos Fuentes, están enterrados en Montparnasse, en París) y allí estaba yo, el de la piel mestiza, pensando que la literatura ordena el caos, y que el silencio a veces es un altar.

miércoles, 11 de octubre de 2017

LÍTOTE

“Muy doloroso no es” dije yo atenuando mi retórica, al mismo tiempo que ejercía toda la parsimonia fingida de que era capaz, para que mi cara no me delatara.
“¿Qué harías tu en mi lugar? Dijo él, “No es muy poco lo que yo llevo, como para que me haga cargo de lo tuyo”.
Sorbí lentamente mi café, y antes del último sorbido nuestra amistad había terminado.

martes, 10 de octubre de 2017

PIGMALION TINDER



Pigmalión ha reencarnado en el cuerpo de una mujer urbana dispuesta a esculpir con sus fantasías la estatua del Galateo perfecto, está convencida de que anhelándolo, encontrará al hombre perfecto que la amará desde "el contigo pan y cebolla" hasta el fin de los días, lo esculpe con sus fantasías y con sus dedos, el cincel moderno es su pulgar dando golpecitos en el teléfono móvil, se lo pide a Tinder, esa Afrodita de nuestros días, y nuestra Pigmaliona no sabe -porque no es tan culta- que Afrodita viene de APHROS espuma y que es por ello que ya ha desechado muchos modelos.
Pero hace dos semanas fue diferente, ha encontrado "la pasión" y ha vivido una semana intensa con un "enganche brutal" -según sus propias palabras que considera originales, y no sabe que es la misma y simple narrativa de muchos apasionados-, no sabemos si creerle porque sus batallas amorosas y sus encuentros furtivos siempre son narrados como "lo mejor que me ha pasado en la vida", es difícil unirnos a su voz interior que le dice que este hombre la ama, aunque de momento hace cuatro días que no responde a sus mensajes ni la llama. “Es cuestión de paciencia” piensa, mientras magnifica los atributos del objeto de su amor. Está enamorada, y todos sabemos que el enamoramiento es un malentendido que dura lo que tarda en aclararse. ¡Pobre Pigmaliona!, No está enamorada de la persona, está enamorada de la imagen que se ha formado de la persona, imagen que crece cada día, que se abona con la soledad, que la aleja más del hombre real a quien piensa que ama, imagen que profundiza su pena.

FOTO: Jean Léon Gérôme, Pygmalion and Galatea