martes, 17 de febrero de 2015

Si los perros ladran... NO ES UNA CITA DEL QUIJOTE

Fue en una feria del libro de Guadalajara en México, donde causó una desagradable impresión el hecho de que el entonces candidato favorito en las encuestas para presidente de México Enrique Peña Nieto, no supiera decir tres libros que le hubiesen inspirado en la vida, y que al mencionar un título, no supiera con certeza el autor del mismo. 
 
No es ninguna novedad que políticos importantes carezcan de una mínima cultura, George Bush hijo es el epitome de todos ellos. 
 
Es evidente que a un político se le elige no por los libros que ha leído sino por su capacidad de liderar los ideales de un pueblo, pero hay un mínimo de cultura que debería tener quien ostenta un cargo político importante.
 
Me resulta gracioso que muchos políticos, desde la ex ministra española Magdalena Álvarez, la líder magisterial mexicana Elba Esther Gordillo y hasta el presidente Ecuatoriano Rafael Correa, se hayan hecho eco de la frase apócrifa atribuida a Alonso Quijano: “Si los perros ladran Sancho, es que vamos caminando” pues es una frase que no aparece en ninguna parte del Quijote, es una buena frase, pero no es de Cervantes.
 
Hago un paréntesis para mencionar que Bertolt Brecht ha sido muy popularizado por atribuirle unas bellas palabras que en realidad escribió Martín Niemoeller :
"Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí".
Vamos, que ni el Quijote escuchó ladrar a ningún perro, ni nadie fue a buscar a Bertolt Brecht.
 
Quien si tuvo ganas de escuchar ladrar a los perros es el personaje principal de esa obra magistral de cuatro páginas escrita por Juan Rulfo “NO OYES LADRAR LOS PERROS” un breve cuento que condensa una tragedia desgarradora, en la cual un hombre viejo lleva sobre sus hombros a un hijo criminal herido, a la luz de la luna camino al pueblo donde puedan darle atención médica. Es conmovedor como en cuatro páginas consigue transmitirnos un mundo interior trágico donde se mezclan el rencor « ¡Que se le pudra en los riñones la sangre que yo le di! » y la ternura ante las palabras de ese criminal que tiene por hijo y que va sobre sus espaldas cuando dice “Tengo sed”. Una pequeña obra que nos hace sentir como si el escenario exterior bucólico y lóbrego, fuese una emanación de esa poderosa realidad interior que viven los personajes. 
Cuando ven a Tonaya a la luz de la luna, el viejo descarga sobre una acera el cuerpo de su hijo, y es entonces cuando puede por fin oír -porque tiene los oídos libres- que por todas partes están ladrando los perros, y el cuento termina con una pregunta y un reproche final de infinita amargura:
¿Y tú no los oías, Ignacio?... No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza.
Sin duda estamos en una época en la que los políticos leen poco, y mucho menos nos dan la esperanza de avisarnos cuando se ponen a ladrar los perros.
 
Hoy, ese hombre que no supo mencionar tres libros que le marcaran, es presidente de un gran país, un país con una historia y una cultura invaluable; un país que a pesar de sus problemas puede considerarse un sitio privilegiado para vivir, y donde si oyen ladrar a los perros.

viernes, 13 de febrero de 2015

CIUTAT VELLA Y EL MURMULENCIO

El sábado pasado le dije por teléfono a mi madre, “haré poca cosa, tan solo dar un paseo por la playa”, “No es poca cosa vivir en una ciudad donde puedes ir a la playa”, contestó, y tiene razón, lo cierto es que esta ciudad regala a sus habitantes una infinidad de “pequeñas cosas”.

Por la noche un buen amigo y yo decidimos ir a cenar al barrio gótico, a un pequeño restaurante que tiene por pared restos de la muralla romana, un restaurante que nos sorprendió de cómo a veces la cocina catalana puede ser sencilla, sana y deliciosa: “Coques de recapte” y un buen vino “Costers del segre”, siempre me pierdo en el bello laberinto del barrio gótico, pero es parte del encanto del paseo nocturno.

Sin ser creyentes de la Virgen de la Mercé, pasamos por delante de su basílica, vi sonreír a mi amigo mientras mirábamos la efigie iluminada, pienso que sonreía por la misma razón que yo lo hacía, manifestábamos nuestra alegría de participar de la vida de esta ciudad.

Atravesamos las ramblas por detrás del “Mercat de la Boquería” y nos internamos por el raval, donde conviven putas y artistas; “catalans de mena” y gitanos catalanes -que hablan un catalán muy peculiar-; guiris y camellos; bares antológicos y una escultura de Botero; sitios de bocatas y restaurantes de diseño; pensiones de media muerte y el hotel Barceló Raval, desde cuyo mirador puedes beber una cerveza y disfrutar de una Barcelona silenciosa... en realidad un “murmulencio” pues un barullo lejano era interrumpido de vez en cuando por una extrasístole en forma de ladrido de perro.

“Al barri hi ha de tot”, (en el barrio hay de todo) y en el raval no podía ser menos, así que en un bar cubano hemos disfrutado de un mojito, después del cual hemos concluido unas cuantas cosas: que la amistad es un tesoro (aún después de que se haya terminado), que es un privilegio vivir en esta ciudad y que la medida justa para dormir plácidamente es media botella de buen vino y un excelente mojito.

martes, 10 de febrero de 2015

LA PAUTA (metáfora) QUE CONECTA

Gregory Bateson es un autor imprescindible para mi trabajo como terapeuta: Ayudo a que la narración de una persona que se pregunta sobre el misterio de vivir, especialmente si está sufriendo, tenga sentido, les ayudo a que sea una narración la que ilumine su recorrido vital.

Con mucha frecuencia pienso en la frase de Bateson “La pauta que conecta”, con la cual pretende hacernos entender que todo está conectado, y que más allá del anhelo constante de la ciencia académica, de encontrar la lógica y la explicación sobre todo (Una ciencia que muchas veces ha querido pesar y medir todo), hay relaciones, principios de organización en todos los fenómenos, es decir PAUTAS QUE CONECTAN:
“¿Qué pauta conecta el cangrejo a la langosta, la orquídea a la prímula y todo ello a mí? ¿Y a mí contigo?”

Para Bateson, el lenguaje de los sistemas vivos debe basarse en la metáfora, no en la lógica, porque sólo la metáfora expresa similitudes estructurales o, mejor aún, similitudes de organización. El trabajo científico trataría pues de encontrar las metáforas de la naturaleza, la pauta que conecta los fenómenos.

Lo interesante es que la narrativa emerge como instrumento que da sentido a una realidad desde que somos muy pequeños, desde que somos capaces de entender historias, anhelamos narraciones y metáforas (al decir narración, quiero entender que no solo se trata de un discurso verbal, que también un juego visual, unos sonidos, unos olores relacionados, etc, también constituyen una narración y no solo lo verbal), y resulta que (parodiando a Lennon) “La vida es lo que ocurre en las metáforas mientras intentamos entenderla racionalmente”.

Algunos padres modernos de clase media, cultos y preocupados por el buen desarrollo de sus hijos, les niegan la posibilidad de que estos se nutran con las historias de los cuentos de hadas, con el pretexto de que tales historias les desconectan de la realidad. Desde mi punto de vista, los cuentos de hadas le dan herramientas más poderosas a un niño que la explicación del hecho “real” de que el ser humano lleva 150 mil años sobre la tierra, hecho que en el fondo no tiene importancia, es mucho más importante la figura simbólica que al niño le permite tener sus propios anclajes para superar y construir su propia realidad.

Bruno Bettelheim decía que si un niño pregunta sobre si es verdadera la historia narrada, en realidad no se estaba preguntando por el contenido “real”, sino en la posibilidad de que esa historia contribuyera a la construcción de los códigos que le permitan interpretar e iluminar su propia realidad. Así por ejemplo, la historia de los Hermanos Grimm «El rey rana, o Enrique el fiel» comienza con estas palabras: «En tiempos remotos, cuando bastaba desear una cosa para que se cumpliera...». Con ello queda suficientemente claro que las historias suceden a un nivel muy diferente de la «realidad» cotidiana.

La «verdad» de los cuentos de hadas es la verdad de nuestra imaginación, no de la causalidad normal. Al preguntarse a sí mismo, «¿es verdad», Tolkien observa que «no debe responderse sin reflexionar mucho sobre el particular» y añade que para el niño es mucho más importante la pregunta, «"¿era malo? ¿era bueno?". Es decir, [el niño] se preocupa mucho más por tener claro cuál es el lado bueno y cuál el lado malo de las cosas». Antes de que el niño pueda llegar a captar la realidad, es necesario que disponga de un marco de referencia para valorarla. Cuando pregunta si una historia es verdad, quiere saber si esta narración constituye una contribución importante para su comprensión y si tiene algo significativo que decirle con respecto a sus mayores preocupaciones.

Está claro que si un padre no se siente cómodo narrando estas historias “fantásticas” es mejor que no lo haga, de cualquier manera, un niño tiene una fantasía natural, y los cuentos de hadas no son más que una de tantas vías para encontrar las metáforas que dan sentido a nuestra vida.

Y una vez adultos, es importante no perder la capacidad de interpretar nuestro mundo y nuestra realidad no solamente con las premisas científicas, pues en el fondo ¿Qué importa si el universo se originó en un Big Bang?, es mucho más importante la vivencia que un ser humano puede tener al experimentar el agua, la intensidad de un atardecer y la música. No son excluyentes los “conocimientos” ordenados que nos van enseñando desde niños, pero como decía Gregory Bateson, “El número, es diferente a la cantidad”, nuestra realidad no se explica solo con lo material, la vida es mucho más que cantidad, y nuestro recorrido vital es más interesante con narraciones y metáforas que nos consolidad como personas que conocimientos “precisos”.

Seguiremos atentos a las novedades sobre el Bosson de Higgs, mientras nos contamos historias y narraciones que doten de sentido a esta gran aventura que es vivir.