martes, 29 de enero de 2019

HEFESTO: LA DIGNIDAD DE VULCANO EL ARTESANO


Vivimos una época con el imperativo social de ser exitosos y de triunfar, olvidando muchas veces que tenemos límites. Hay un libro de Richard Sennet que nos ayuda a recuperar la dignidad de “EL ARTESANO”. Nuestra cultura, negando los límites, nos ha llevado a crisis personales y sociales, sobre todo por la INSACIABILIDAD del especulador, del competidor y del consumidor. En oposición, se encuentra la artesanía, ese impulso humano duradero y básico que tiene el deseo de realizar bien una tarea SIN MÁS, y lo hace con habilidad, compromiso y juicio. Un artesano puede ser un programador informático, un médico, un artista, cualquier ciudadano que hace bien su trabajo. No hay trabajos buenos y malos, hay trabajos bien hechos y mal hechos. A una vida laboral MALA habrá que contra ponerle ALMA. La dignidad del artesano le devuelve al materialismo su sentido filosófico más profundo, va más allá del marxismo y del simple consumismo. Somos materia que transforma la materia, quizás por ello, la palabra artesano evoca casi siempre esas actividades que tienen que ver con la transformación de la MADERA, la mater, el hierro, la piedra, lo tangible, etc. sin embargo un poeta también puede ser un artesano, UN DIGNO ARTESANO. El materialismo filosófico conecta las manos y la cabeza. Es un descanso humanizador despojarse del apetito insaciable de triunfar y ser un buen artesano.
Otro imperativo de nuestra época, es la
búsqueda del placer, un anhelo legítimo, la trampa consiste en limitarse a placeres intensos que rayan el éxtasis, nadie pensaría que Hefesto, aunque es cojo y feo, tiene un enorme placer al sentirse una persona digna que hace bien su trabajo.

El límite del placer, es un placer superior.

FOTO: Un hombre zacatecano que tuvo la dignidad de VULCANO