He venido a La Haya con el objetivo de encontrarme con un maestro de la ciencia y el arte que me dedico, pero también tenía una espartana emoción de pisar la tierra donde pasó sus últimos años el gran sabio Spinoza.
Delante de su casa estaba emocionado intentando visualizar la vida de ese hombre independiente, descendiente de españoles expulsados, rebelde, que prefirió ganarse la vida como humilde pulidor de cristales a ser condicionado en su pensamiento en una cátedra; perseguido por la Iglesia –su tumba fue profanada-, un gran espíritu libre que contribuyó a la libertad de educación y creencias que vivimos en la actualidad.
Me he dado tiempo de hacer una breve escapada para ver el museo Mauritshuis, y ver esa famosa obra de Vermeer “La joven de la perla”, “La lección de anatomía del doctor Tulp” de Rembrandt, entre otras. Creo que le estoy encontrando gusto a los museos.
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