Tengo una cierta fascinación por los cementerios, suelen ser lugares tranquilos. Algunos de ellos –especialmente en Europa- son unos parques bellísimos de tal manera que una mañana fresca y soleada por el cementerio de Montmartre es una delicia.
Los cementerios parisinos además de ser bellos, guardan en sus entrañas ilustres personajes, fue para mi muy emotivo visitar la tumba de Samuel Hahnemann, Oscar Wilde, etc. En Pere Lachaise. En Montparnasse la de Jean Paul Sartre, y en Montmartre la de Porfirio Díaz... el dictador mexicano que gobernó desde 1877 hasta 1911.
Me fascina –sin compartirlo- las cartas que la gente deja en la tumba de Porfirio Díaz (y en muchas otras tumbas de famosos).
Hay tres principios que desde muy jovencito me impuse para tener una vida feliz: relativizar la propia vida (no soy tan importante), asumir la responsabilidad de todos mis actos y recordar la certeza de la muerte. Los cementerios me recuerdan que nunca he visto una mudanza detrás de un féretro, por eso procuro vivir intensamente.
Feliz domingo, yo trabajo en Menorca.
FOTO: “Fantasma de Montmartre” la capturé un domingo por la mañana
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