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El género epistolar es de mis favoritos, pues la carta contiene una conversación entre dos personas ausentes, entre ambos hay un contexto de complicidad formado por el ambiente, las relaciones y las situaciones que sólo ellos conocen, digamos pues que es un género de intimidad. Cuando es una carta pública con destinatario concreto, a la intimidad se añade la comunión, y es esta especie de intimidad compartida la que hace que las cartas –privadas, o públicas- tengan un encanto especial.
Hay dos cartas públicas que especialmente me gustan: “De profundis” y “Alexis o el tratado del inútil combate”.
“De profundis” fue escrita por Oscar Wilde en 1895 desde la prisión de “Reading” donde cumplía una condena por escándalo público y sodomía,: Más allá del reproche escrito encontramos una obra extremadamente reveladora a la vez que una explosión sentimental que no deja indiferente a quien la lee:
«Detrás de la alegría y la risa, puede haber una naturaleza vulgar, dura e insensible. Pero detrás del sufrimiento, hay siempre sufrimiento. Al contrario que el placer, el dolor no lleva máscara.»
“Alexis, o el tratado del inútil combate”, Es una exquisita y ambigua carta escrita en 1929 por Marguerite Yourcenar, donde el joven y Aristócrata Alexis intenta explicarle a su mujer la razón del abandono, una obra con olor a confesión pero que nunca es explícita.
Las cartas bien pensadas, tienen una belleza que valoro mucho. La facilidad y trivialidad del e mail curiosamente muchas veces se convierten en un hecho poco comunicativo. Volveré a escribir cartas a mis amigos y si es posible de puño y letra.
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