Virgen de la Mercè, te doy gracias en tu día por los favores recibidos.
No sabía si darte las gracias a ti o al campo del Barça; luego pensé si no sería mejor hacer una romería que comenzara por el cine Meliès, continuara por el raval hasta llegar al bar “Fidel”; luego supuse que ponerme de rodillas frente al mar, dejándome acariciar por el viento juguetón sería también una buena manera de manifestar el agradecimiento.
Fue en mi trabajo, cerca de la plaza Urquinaona donde mi sensación de pertenencia y agradecimiento tuvo el cariz más genuino, el más prístino.
Pero querida virgen, también quiero agradecerte por el Dir, por el Cangrejo, por la bici roja, por la moto negra, por la terraza en l’eixample, por mis queridos amigos y hasta por mi casera que anoche me sorprendió regalándome un pastel y una botella de Champagne.
Bien sabes que no creo en ti, pero tampoco creo en las ordenanzas del ayuntamiento sobre el uso de la Bici, y quizás te pareció un acto ridículo que de vez en cuando vaya a tu Iglesia a poner velas por mis amigos, por mi familia y sobre todo para liberarme de la angustia después del sueño donde me veía muerto. Te pedí una señal. En realidad se lo pedía a la ciudad, pero no tenía dinero para alquilar un helicóptero y hacer mi petición con los ojos bien abiertos sobre esta entrañable ciudad, así que te elegí como metáfora, cierto es que la casa Batlló se puso celosa, y la calle Moncada, y hasta el mismo “Parc de la estació del Nord”... y también es cierto que la señal llegó. Además de estar muy vivo, Hoy estoy en la capital del Reino empezando a materializar sueños, con lo cual estaba sufriendo por fantasmas.
Querida virgen de la Mercè, es decir, querida Barcelona ¡ Muchas gracias y felicidades en tu día ¡
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