sábado, 6 de septiembre de 2008

Ellos




Me gusta pensar que cuando nací no lloré, sino que me quedé mirando para ver quien me esperaba... y no estaban ellos allí todavía.

Desde niño los fui reconociendo, era como si en una especie de anámnesis solo los fuese recordando; y aún siendo niño, y sin conocer el significado de las palabra los sentí: Mística, religión, alegría y... compromiso.

Algunas veces bajo la mocedad de la niñez nos llegamos a dar golpes, y ni aún así perdimos el prístino candor de nuestras sonrisas.

Algunos ya llevaban años pisando este mundo injusto y a otros tuve que esperarlos yo mientras me esforzaba de manera ímproba en superar la pobreza.

Cierto es que a unos cuantos no los volví a ver nunca y en lo profundo del alma quedaba la sensación que a “ellos” siempre se les volverá a encontrar, en esta vida o en la otra.

Juntos: para acampar, para reír, para festejar, para acompañar a quien lo necesitaba, para darle sentido al viaje general que es la vida.

Muchas veces tuve ganas de poner una tienda en medio de donde estábamos y quedarnos a vivir allí, fuera una discoteca o una Iglesia, una tarde soleada o un nubarrón teñido de solidaridad.

Sin haberles dado el instructivo respetaron mi silencio en los momentos clave, bajo mi aparente exhibicionismo intuyeron lo reservado que soy con lo más íntimo, y cuando perdido y asustado malinterpretaba hasta al veintencillo que se colaba por mi ventana, estaban allí como los tres acompañantes de Job, en silencio pero Presentes.

Quijote a veces, Sancho Panza otras, porque ellos supieron aquello del equilibrio entre dar y recibir; y más importante, supieron que la música de fondo de nuestra mística era la PRESENCIA.

ELLOS: Mis amigos

FOTO: Algunos de ellos en Menorca hace un año

1 comentario:

Germán Pineda dijo...

yo a mis amigos los hubiera pasado por el photoshop para demostrarles amor verdadero