El guapo camina con la elegancia de un dandi, al menos eso pretende, pasos afectados y unos hombros que bambolean sobre un pecho erguido; solo tiene 19 años pero siempre le ha gustado la elegancia: hoy va con corbata y engominado.
Ciertamente no es su atuendo único, tiene uno de Sheriff, uno de cavernícola y hasta uno de doctor.
Te vende las sonrisas a diez céntimos, si los pagas tendrás acceso a una mueca pueril y a una dentadura descuidada, pero el guapo es generoso y te dará doble ración.
Los crueles niños le cuelgan a veces letreros en la espalda: “pégame”, “soy un burro”, etc, si él pudiera solo se colgaría el de “SONRISAS A 10 CENTIMOS” o bien: “abrazos gratis”.
Hoy el guapo esta triste, hay poca gente en el pueblo, todos se han ido a ver al “Santo niño de las palomitas” ese que es tan milagroso, los niños se subirán a la rueda de la fortuna y él no tendrá a nadie con quien jugar y nadie le pedirá sonrisas.
El no sabe de santos, pero cuando ha escuchado la palabra, se ha vestido de “Santo el enmascarado de plata” y nadie puede ver que llora bajo la máscara. Hoy te lo puedes encontrar en la roca gigante de la esquina de la escuela, debajo del sauce, si pudieras levantarle la cara solo te encontrarías unos ojos verdes perdidos con expresión lánguida.
“Don Por ejemplo” su padre (a quien también podemos llamar “Don sin embargo”) lo está buscando, cuando lo encuentre lo llevará a casa, le dará requesón con miel, se quedará tranquilo, hará una siesta y esperará pacientemente a que regrese la gente para poder vender sus sonrisas a diez céntimos y ofrecer gratis sus abrazos.
FOTO: Dos guapos
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