miércoles, 9 de abril de 2008

El hereje y el cortesano


EL HEREJE Y EL CORTESANO

El Gobierno holandés, en vista de los escasos conocimientos de sus estudiantes sobre la historia del país, ha decidido hacer obligatoria una asignatura en la que se estudiarán los cincuenta sucesos y personajes más relevantes en la conformación actual de los Países Bajos, desde el megalítico y los asentamientos romanos hasta el euro. Entre los personajes que habrán de ser estudiados están previsiblemente Erasmo, Guillermo de Orange... y Spinoza.

Spinoza procedía de una familia de judíos sefardíes emigrantes de la península Ibérica, no nació en España por las consabidas expulsiones. Spinoza fue un espiritu radicalmente independiente, rebelde, socialmente marginado aunque secretamente célebre en su tiempo. Un hombre libre que se ganaba la vida puliendo cristales para instrumentos ópticos. Expulsado de la comunidad judía, perseguido por la Iglesia (incluso su tumba llegó a ser profanada), un espíritu libre que contribuyó a la libertad de educación y creencias que vivimos en la actualidad.

Pues bien, las escuelas cristianas ya se han apresurado a indicar que prefieren configurar su propia lista de celebridades, destinada a evitar que la fe aparezca como "fuente de conflictos". Y por ello proponen suprimir a Spinoza e incluir en cambio el Concilio Vaticano II y la lucha por la libertad de educación (que culmina según ellos en la apertura de centros católicos y protestantes en 1848, los cuales reciben subvenciones estatales desde 1920).

“El Hereje y el cortesano” es un libro que contrapone justamente a dos genios contemporáneos: Spinoza y Leibniz, ambos dignos de admiración.

Leibniz se movió por las cortes de príncipes secundarios, entre halagos y humillaciones, siempre en busca de una sinecura bien remunerada que le permitiera disfrutar tranquilamente en su añorado París. Su vida cortesana no resta dignidad a las contribuciones que hizo al mundo científico y filosófico.