miércoles, 29 de julio de 2009

Silencio




SILENCIO (de Billy Collins)

Existe el súbito silencio de la multitud
que se cierne sobre el jugador inmóvil en la cancha.
y el silencio de la orquidea.

El silencio del jarrón que cae
antes de que impacte contra el suelo,
el silencio del cinturón cuando no está castigando al niño.

Lo estático de la taza y del agua que contiene,
el silencio de la luna
y la quietud del día lejos del estruendo del sol.

El silencio de cuando te abrazo en mi pecho,
el silencio de la ventana que está sobre nosotros,
y el silencio de cuando amaneces y te das la vuelta.

Y existe el silencio de esta mañana
que he roto con mi bolígrafo,
un silencio que se había acumulado toda la noche

como la nieve al caer en la oscuridad de la casa -
el silencio de antes de que escribiera una palabra
y el silencio más pobre de ahora.

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Augusto Monterroso y William Faulkner compartían la idea de que los malos escritores escribían Novelas, los buenos escribían cuentos y los mejores escribían poesía.

La poesía, a pesar de todo, siempre ha gozado de muy buena salud y ha persuadido lo mismo a personajes cultos que a hombres sencillos, me alegra profundamente cuando en las librerías veo a gente joven, a una ama de casa, comprando un libro de poesías.

Pienso en el paralelismo que hay entre Billy Collins y Jaime Sabines, ambos admirados por la élite culta, pero al mismo tiempo leídos por el pueblo, fotógrafos de la vida cotidiana, con una gran fuerza expresiva, y al mismo tiempo con impecable rigor estético.

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