Esta es la segunda reflexión sobre el verano, aparece más la piel: ese vestido de estar en el mundo, generalmente cubierto por los vestidos de estar en sociedad.
Barcelona, la playa, y de pronto: la fisiología se convierte en la regente del ser humano.
Cuerpos jóvenes: almas buscando salida en cada poro. Cuerpos desnudos para confirmar, para recordarnos que la belleza existe… y también la fealdad. Entre los primeros, hay un curioso apartado: cuerpos de mirar y no tocar, ¡pertenecen solo al espejo!
La lujuria, la lascivia, el erotismo, uno verbo: los cuerpos atacados, bombardeados por hormonas que son capaces de derribar cualquier convicción.
Epidermis que danzan al ritmo de la intensidad solar, adheridas súbitamente a la religión de “el deseo”.
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