Algunos chicos en el gimnasio se ejercitan con la parsimonia de un santo en éxtasis, esculpen con paciencia y perseverancia relieves que los haga más atractivos; su perseverancia no se distingue de la del poeta, que espera con paciencia que las nubes se condensen y caiga la lluvia en forma de versos.
Una reflexión acuciosa encontraría sin sentido al hecho de forjar una musculatura que indeclinablemente envejecerá y morirá, y sin embargo otros cuerpos vendrán a buscar esa perfección apolínea, porque en el fondo no son más que sombras de un arquetipo eterno que intentará repetirse de manera incesante.
FOTO: Apolo Sauróctonos de Praxíteles, museo de Louvre
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