viernes, 20 de febrero de 2009
Nitidez Lingüistica
Hace unos cuantos años que tengo verdadera pasión por ponerle palabras a lo que Percibo en otras personas. Disfruto muchísimo distinguir entre extravagancia, vanidad o excentricidad, pues no son lo mismo, aunque pueden confluir.
Cuando alguien me dice que está angustiado, inmediatamente recurro a Kierkegaard quien nos enseñó la diferencia entre ansiedad, miedo y angustia. Si escucho en la boca de alguien la palabra “Odio”, inmediatamente inquiero sobre si es realmente odio, aversión o un simple resentimiento.
Me llena de gozo encontrar adjetivos múltiples para una misma cosa o situación, y cuando trabajo me esfuerzo muchísimo para que ni mi interlocutor ni yo mismo caigamos en los adjetivos fáciles. Cuando pregunto ¿cómo te encuentras? Y la respuesta es “fatal”, la doy por respuesta nula, no me sirve, tiene que esforzarse por explicarme mejor la filigrana de sus sentimientos.
Cierto que la nitidez no sirve cuando –por ejemplo- admirado y admirador son una misma cosa y le tenemos que llamar Narciso.
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