Ayer explicaba a una amiga que se plantea una corta estancia en México respecto de las previsiones que debe tener para su viaje. Era realmente doloroso tenerle que explicar los cuidados que debe tener a la hora de subirse a un taxi, donde debe moverse y donde no, en una palabra me dolía mucho tener que manifestar con sinceridad la realidad de la violencia y delincuencia que sufre mi país.
Me quedé absorto en mis cavilaciones, cada acto abyecto del que dan cuenta los medios de comunicación era un laceración a la dignidad de un pueblo que no se merece lo que está viviendo.
Cierto es que los medios de comunicación no informan que mis hermanos –y la mayoría de mexicanos- siguen trabajando cada día, que no han perdido la alegría, que son capaces de una solidaridad que supera todas las infamias, que la comida sigue siendo una fiesta, que los encuentros con los amigos y la familia siguen siendo entrañables y afectuosos a pesar del miedo reinante.
Hace días me informaron que un primo ha decidido hacerse cargo de mis queridos y casi centenarios abuelos, me conmovieron gratamente esos atisbos de ternura y solidaridad y por supuesto, los diarios nacionales e internacionales, tampoco informaron eso.
http://www.youtube.com/watch?v=s-FJTYk8NFA&feature=related
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