Son casi las cuatro de la madrugada y por fin estoy en mi casa, un vuelo que originalmente aterrizaría a las 12 de la noche lo ha hecho tres horas más tarde.
Ya me irritó que clickair no me permitiera hacer el check-in “on line” a menos que no les pagara dos euros para poder elegir el asiento, y que en lugar de usar el “finger” nos llevaran en ese tétrico autobús emulando a refugiados que transportan como bestias.
Al regreso, la compañía VUELING sabía con antelación que el vuelo estaba retrasado y usaron la cansada estrategia de ir anunciando el retraso en entregas de media hora.
Una chica se puso en estado de ansiedad y el vuelo se retrasó diez minutos más porque ella y su afligido novio –que no cesaba de hacernos reverenciales disculpas desde la parte delantera de la cabina- decidieron que no volaban.
Por fin llegamos, y la espera de otro autobús que nos lleve a la terminal se hace eterna. Que la puerta giratoria se haya trabado atrapando a unos pasajeros dentro era el epítome de lo que os quería explicar esta madrugada: desde que llegas al aeropuerto hasta que sales de él, ESTAS SECUESTRADO.
Da lo mismo que vueles con Iberia, Air France, etc. pero SOBRE TODO sufrirás si lo haces con las compañías de bajo coste.
CON LO QUE NOS GUSTA VOLAR
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