martes, 27 de julio de 2010
O ESTÁS CON EL CINE, O ESTÁS CON ISABEL COIXET
El domingo pasado fui a ver “Las vidas posibles de Mr. Nobody” del director belga Jaco Van Dormael, quien aprovecha la excusa de la Teoría de las Cuerdas y los mundos paralelos para darle un buena cantidad de vidas a un desconcertado protagonista.
Al principio me costaba estar “con el cine”, pues resulta que en la fila del costado estaba sentada la Sra. Isabel Coixet, y pues no siempre se sienta uno en el cine al lado de famosos. Era metafórico: O estaba con el cine, o estaba con Isabel Coixet, disyuntiva que a muchos amigos míos les gustará, pues no nos gusta el cine de la Sra. Coixet.
Por otro lado, fue altamente gratificante para mi saber que Jaco Van Dormael tardó 12 años en volver a hacer esta película y seis años en escribir el guión “el escritor a veces es perezoso o tiene hijos revoloteando por casa”, o como es mi caso tienes demasiadas cosas en la agenda que te gustan mucho.
El proceso creativo es una especie de don que requiere implicación.
Con mucha facilidad se le puede decir a un pintor que hace tiempo que no pinta que “coja el pincel”, lo mismo vale para el escritor, sin embargo se requieren un cúmulo de circunstancias para que el proceso creativo tenga fruto: entre otras la inspiración y la perseverancia. Picasso decía que la inspiración existe pero te tiene que encontrar trabajando.
Sin duda el proceso creativo se acelera cuando un hombre entra en crisis, porque cualquier hombre en un momento de crisis recurre a lo que mejor conoce, el homicida al homicidio, el ladrón al latrocinio, el mentiroso a la mentira, el escritor a la escritura.
Supongo que los que escriben de verdad, es decir, que aportan algo a la literatura, viven una desfloración de su ser más íntimo, pero al mismo tiempo experimentan la alegría de darle vida a ese mundo interno o paralelo que es la literatura y que tiene tanta fuerza como la vida misma.
Alguna vez Paul Auster manifestó que sus libros –y los personajes en ellos contenidos- emanaban poco a poco, iban adquiriendo fuerza con el paso del tiempo, de tal manera que al escritor no tiene más opción que plasmarlos.
Pero volvamos al asunto de la señora Coixet y recomendémosle que tarde unos veinte años en volver a hacer una película, a ver si le sale algo bueno como le ha salido a Jaco Van Dormael.
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