Artemio se recarga en el marco de la ventana, es un marco de madera vieja y apolillada, dos años han pasado desde que llegó a “refugiarse” a este pueblo de locos se ha hecho pasar por un profesor rural, ¡y le ha gustado!, unas gafas oscuras ocultan su mirada, y también su pasado guerrillero, un halo de nostalgia se evapora junto con el humo de su cigarrillo, con la muerte de Lucio Cabañas quedó atrás el “partido de los pobres”.
Saluda a la gente que pasa enfrente esbozando una sonrisa y levantando discretamente su mano izquierda, especialmente a los “locos”, mientras reflexiona que la locura no existe, simplemente la máscara social de aquellos pobre infelices, no ha sido lo suficientemente fuerte.
jueves, 22 de abril de 2010
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