Cuando te conviertes en inmigrante, lo eres para siempre, por más que establezcas tu morada en un sitio distinto a donde perteneces, por más que vuelvas a donde has nacido, vivirás con la doble riqueza –y doble nostalgia- de pertenecer a dos pueblos y de añorarlos por más que los tengas dentro.
Suelo ser un indeciso para las cosas triviales: que camisa me pongo, que película elijo, en cambio para las cosas vitales no me concedo dudas, no ayuda en el arte de vivir tener dudas después de tomar una decisión.
Lo que vamos eligiendo en la vida nos imprime carácter, huella indeleble. No hay tatuaje mayor que el que te fabricas con tus decisiones y tus acciones.
Tus elecciones se convierten en sino, tu biografía se convierte en biología.
Soy un inmigrante y me parece bien.
Suelo ser un indeciso para las cosas triviales: que camisa me pongo, que película elijo, en cambio para las cosas vitales no me concedo dudas, no ayuda en el arte de vivir tener dudas después de tomar una decisión.
Lo que vamos eligiendo en la vida nos imprime carácter, huella indeleble. No hay tatuaje mayor que el que te fabricas con tus decisiones y tus acciones.
Tus elecciones se convierten en sino, tu biografía se convierte en biología.
Soy un inmigrante y me parece bien.
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