miércoles, 28 de abril de 2010
BARCELONETA
La luna ascendía lentamente iluminando débilmente el mediterráneo, mientras los aviones pretendían eclipsarla, tan solo conseguían una efímera mancha negra como golondrina que se apresura a buscar su nido... la Barceloneta mientras tanto inundaba nuestros sentidos con su peculiar bullicio.
Las torres próximas a la playa se escondían tímidamente en el beso del vapor que ascendía despacio, con pereza, haciendo ligeros remolinos mientras jugaba con la luz de las farolas. El mar continuaba besando eternamente a la playa, como un Sísifo enamorado, el brillo en la cresta de sus pacíficas olas, eran metáforas de ojos que miraban a las parejas que se reconciliaban mediante abrazos, ese profundo mar parecía discretamente interesado en las historias y las pasiones de turistas y Barceloneses.
Los deportistas del puerto asistían a su cita vespertina con el sudor, con la ilusión perenne de un aire puro, un aire que dicen los científicos está cargado hasta de cocaína, pero allí estaban ellos, encontrándose con los patinadores y con los paseantes del paseo marítimo. Nosotros simplemente caminábamos, hablando de retos y sueños.
Mientras caminábamos, yo pensaba que "soy un conjunto de moléculas que se han puesto de acuerdo para representarme físicamente y que estaban en consonancia con todo aquello".
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