¿Qué fascinó a Gógol en San Petersburgo? – se pregunta Nabokov en su gran monografía sobre el escritor ruso.
Nabokov dice que los buenos escritores no surgen después de vivir grandes impresiones, sino que los buenos escritores se las inventan en su juventud y después las utilizan como si hubieran sido reales, de tal manera que a través de los ojos de Gogol, San Petersburgo queda magnificado con “Los numerosos letreros de tiendas, el hecho de que los transeúntes hablasen solos y gesticulasen en voz baja mientras caminaban”. A través de sus palabras la avenida Nevski es un personaje versátil que se transforma según las horas del día.
Lo cierto es que el mismo Gogol era un personaje excéntrico, ejercía a veces de colegial caminando con perversa perseverancia por el lado equivocado de la calle, llevando el zapato derecho puesto en el pie izquierdo, y emitiendo sonidos extraños en medio de la noche, amén de que distribuía los muebles de su habitación de acuerdo con una especie de lógica de “Alicia a través del espejo“. No es de extrañar que San Petersburgo revelase su excentricidad cuando el ruso más raro de Rusia recorría sus calles
Gogol ama San Petersburgo, y su obra literaria a ratos parece una obsesión de querer convencerse a sí mismo de que está en la capital, y la magnifica para diferenciarla claramente del resto: "No hay nada tan hermoso como la avenida Nevski, por lo menos en San Petersburgo; porque en San Petersburgo esa avenida lo es todo" así comienza Gogol su relato “La avenida Nevski”, un relato que utiliza no solo para retratar la vida cotidiana de la calle más famosa de San Petersburgo, si no también para hablar de la paradoja de la realidad y los sueños de los seres humanos, mediante el personaje Piskaryov pone de manifiesto el anhelo prístino del ser humano de modificar la realidad, sobre todo cuando ésta es hostil, el joven Piskaryov prefiere ver a aquella prostituta en sus sueños que en la realidad, de tal manera que “dormía cuando estaba despierto, y estaba despierto cuando dormía”.
Concluye este relato con una reflexión que no es nueva, pero tampoco caducada: “¡Que maravilloso es el mundo en que vivimos, de que modo tan extraño y misterioso, juega con nosotros el destino!”
Quedan tan solo cuatro semanas para que mis propios ojos vean ese capricho Ruso llamado San Petersburgo y que tanto fascinó a Gogol, Dostoievski, Tolstoi, Grossman, etc.
jueves, 8 de abril de 2010
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