jueves, 7 de agosto de 2008

Tres en la carretera


Una desértica y desgarradora carretera, un sol que de tan intenso resta nitidez a los bultos, un coche que se detiene por curiosidad, por solidaridad con la nada desértica, por la sorpresa de encontrar algo que se mueve en ese paisaje desolador. Se trataba de Lucy y Sofía, pero puedes llamarlas como quieras, dos putas abandonadas en medio del desierto, al acercarme las vi maquilladas a ambas por la desesperanza, y su desolación solo difería de la mía porque tenía un coche.

Entraron sin mediar palabra, sin pactos, sin sonrisas complacientes, apenas un gesto tácito que asiente al destino momentáneo. Frases de trámite:

¿te molesta el aire?,

ponte el cinturón,

¿vienes seguido por aquí?, (como si el "aquí" fuese una meta),

que calor

y no llueve.

Cuando se rompe el silencio surgen los temas de rigor, es decir la crisis, el estado del tiempo y el fútbol... Porque eran putas futboleras.

"LO QUE USTED SIEMPRE QUISO SABER DE UNA PUTA Y NO SE ATREVIO A PREGUNTAR".

Los hijos, los clientes, las ganancias, la familia, los inicios, que si gustan del trabajo o no, que si les han dado flores, el alcohol, el sida, las revisiones médicas, la policía, los borrachos, los chulos, los golpes, los celos, los amantes, la ropa, el maquillaje, el cigarro, la iglesia, los abortos, la tristeza, la desolación... de todo esto hablamos.

Les hablé de un poema de Jaime Sabines donde proponía canonizar a las putas, les propuse escuchar música que hablara de putas: Empecé con Serrat:

" cuando la hallé, en el hondo precipicio,
del repugnante lodazal humano,
la vi tan inconsciente, de su oficio,
que con mística unción besé sus manos.
Y pensar que hay quien vive junto al vicio,
como vive una flor junto a un pantano”.

Ni esta canción, ni un par de canciones mexicanas, surtieron efecto, fueron recibidas despectivamente con gestos manuales inconscientes.

En buen momento llegó La Magdalena de Sabina, la frase: "La más señora de todas las putas, la más puta de todas las señoras... dueña de un corazón, tan cinco estrellas...", esa si les gustó.

Para el coche ¡! Y allí en medio de la nada soleada, sin la sombra de árboles o de consuelo, dos prostitutas lloraban abrazadas mientras yo les repetía siete veces la canción.

No hay comentarios: