lunes, 25 de agosto de 2008

Realismo México



Realismo Mágico

Alguna vez leí acerca de algún autor latinoamericano fascinado por México, decía que es un país donde lo mismo puedes encontrar un volcán haciendo erupción de la nada o a un hombre ladrándole a un perro.

Lo cierto es que en cada ocasión que voy a ver a mis abuelos como ha sido el día de hoy, es una maravillosa oportunidad para dejar impresionar la mente y los sentidos con las humildes anécdotas que ellos explican. Para los que no lo saben, estos venerables ancianos tienen todos los años de la vida, más precisamente 97 años, y a esa edad viven solos y se gestionan prácticamente solos en lo más profundo del México profundo.

Mi abuelo me ha explicado que no teme morir en el campo encima de su burro, y lo ha justificado diciendo que las abejas no tienen conciencia de individuo, solo de enjambre y que él es como una abeja, o una hormiga; la realidad es que en los últimos meses, ese anciano ha llevado cinco toneladas de alimento para sus vacas en un burro: tiene razón es una hormiguita, pues lo ha hecho poco a poco.

Hace días tuvo que deshacerse de un burro pues era un tanto “arisco” asómbrese usted por lo que cuesta un burro en México: 300 pesos (unos 20 euros), y no es que los animales estén devaluados del todo, pues una vaca cuesta 5000 pesos (unos 350 euros), evidentemente se deshizo de él por interés económico: iba gastar en comida para el burro de manera inútil.

Mi abuela por su parte, me explica con esa mirada penetrante que tiene, que hace pocos días se cayó y se dio un golpe fuerte en la nuca, pero por suerte estaba acompañada de mi abuelo (el lector está autorizado en este trozo para reír o para llorar, pues mi abuela es una dulce pero regordeta anciana, y mi abuelo un fuerte pero pequeñito anciano), mi abuelo la levantó. Empiezo a sospechar que seres de otra realidad los cuidan, pues una contusión con hematoma aún visible bajo los cabellos, hubiera matado a cualquiera. “Un poco de ungüento encima del golpe me ha sentado bien”.

Estos son mis incombustibles y casi centenarios abuelos, y este es un trozo del realismo mágico del México profundo donde nací.

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