domingo, 27 de diciembre de 2009

PLATON EN EL METRO DE CHICAGO


En el metro de Chicago juego a ser Platón e intuir al auriga que esos cuerpos llevan dentro y lo hago mirando a los ojos de las personas.

Me encuentro a una alma vagabunda que se ha esculpido un cuerpo de pordiosero, y que deja escapar palabras lastimeras, que mueve a la compasión con sus úlceras, su cara terrosa, su piel escrofulosa, sus veinte y tantos años, y su repetición constante pidiendo ayuda.

Saludo a una alma metida en un cuerpo rubio y fofo: una niña de no más de un año, que se divierte despeinando a su obeso y sudoroso padre, que lanza miradas demandantes de aprobación a su sonriente madre.

Dos almas se sonríen, con cuerpos dotados de manera generosa por la genética... se sonríen y se besan.

Veo al alma metida en un cuerpo negro con los ojos más bellos que haya visto recientemente y también los más tristes…

NIEVA EN CHICAGO

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