miércoles, 21 de enero de 2009

Vitalismo


Podríamos hacer un recuento infinito de los fenómenos de la naturaleza que son realmente fascinantes: la atracción que la luna ejerce sobre los mares y la maravilla del agua que asciende y se sostiene en la rama más alta de un álamo de 10 metros.

Los seres vivos somos una epifanía constante de fenómenos prodigiosos. Cuando un hombre se rompe un hueso, solo hace falta que el médico afronte los extremos y una fuerza interior hará el resto.


Es asombroso darse cuenta de que la información para el despliegue y sostenimiento de la vida pueda estar contenida en una cadenita de ácidos ribonucleicos.


Me gusta sentirme vivo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Exacto. Alguna vez, saliendo de excursión entre bosques y matorrales, he acabado lleno de arañazos y muchas veces he pensado algo así como que es maravilloso poseer un sistema interno que se encargará de reparar los daños ocasionados en pocos días y, lo más fascinante, sin que yo tenga que ser consciente de ello.

Lo mismo pasa con el sistema inmune, del que solo tomamos conciencia cuando falla pero que actúa él solito constantemente.

podi-.