En San José solo hay vestigios del espartano bullicio que en otros tiempos hubo. De las historias vividas, tanto de los muertos como de los vivos, solo quedan ecos que se adosan a las paredes de adobe semi derribadas, ecos que se transmutan en sombras, en fantasmas, en pequeñas luces, en dulces recuerdos a veces, y otras tantas en amargos, pero siempre llenos de sentido.
Una pequeña comunidad enclavada en lo más profundo del México profundo, con tal multitud de personajes rescatables uno a uno. Y en eso estoy trabajando.
Hoy taladra mi memoria el hombre protestante que nos fabricaba y nos vendía el pan, aquel señor tenía la capacidad de ver siempre el lado positivo de la vida, alguna vez le robaron cien pesos, y se alegraba de que el destino le hubiera cobrado en pesos, lo que quizás le hubiera arrebatado de salud o de vida.
Los estoy recuperando a todos y espero que muy pronto, vuelvan a tener vida.
Feliz viernes
No hay comentarios:
Publicar un comentario