...mientras bebía su carajillo, con las manos temblorosas, las discretas lágrimas se colgaban desamparadamente de sus mejillas...No hacían falta aquellas gafas negras, nadie la miraba...
Es tan doloroso observar la propia alma deshaciéndose en pedazos difíciles de reunificar, y más difícil aún poder ponerle palabras, ¿cómo extraerle palabras a un corazón derrotado y que no suenen a triviales lágrimas de plañidera?, los sabios emergen incluso de las cenizas, los prohombres transmutan el dolor en crisol, pero ella era una simple mortal, cuyo mayor mérito era un titánico esfuerzo en sostener su máscara social... pero hoy en ese bar testigo de tantas desdichas, en medio de los desconsolados de este mundo era una más.
...apuró el carajillo, secó con suavidad y elegancia los restos húmedos del dolor escondidos entre el maquillaje y las arrugas, encendió un cigarrillo y salió a la calle...
(Editando)
martes, 18 de mayo de 2010
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