La realidad física es inabarcable con los medios que los seres humanos tenemos para percibir, la naturaleza misma de la realidad es parcialmente conocida por nosotros, solo percibimos algunos aspectos.
Esta verdad es aplicable al mundo físico pero también a otros aspectos de la vida humana. Es innegable que los conocimientos de la biología, la genética, la psicología, etc. nos ayudan a entender el día a día del ser humano, pero no lo explican todo ni son del todo absolutos.
Con frecuencia he tenido pacientes a los que genéticamente se les había dictaminado enfermos incapaces de producir –por ejemplo- algún tipo de inmunoglobulina y después de un tratamiento el paciente estaba produciendo la inmunoglobulina.
En muchos aspectos vitales damos por sentado los decretos o creencias que tenemos, y paradójicamente tenemos por un lado un anhelo de cambio y por el otro una férrea creencia interna de que no es posible, porque nuestra percepción solo se atiene a lo ya conocido.
En los talleres de constelaciones familiares nos entrenamos continuamente en la capacidad de percibir las relaciones humanas de una manera que supera lo racional, sabiendo en todo momento que lo esencial es invisible para los ojos. Las vivencias suelen ser intensas pero no es lo más importante. Los movimientos del alma ocurren casi imperceptiblemente.
Es cierto también que hay en general en el mundo, un abuso de lo “alternativo”, pues con facilidad se aduce a la palabra “energía” para aplicar un velo misterioso sobre lo que no entendemos, y la mecánica cuántica ha venido a ser el cajón de sastre donde todo se explica.
Los chamanes mexicanos siempre supieron engañar a los pseudo buscadores con parafernalias, alucinaciones, lenguaje críptico, etc. sin embargo el verdadero chamán ayuda a que el “guerrero” abra su percepción poco a poco a otra manera de VER, esta nueva manera de VER se vive en silencio, con valentía y asintiendo a la realidad tal como aparece en todo momento, y entonces el cambio es posible.
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