Durante algunos años estuvo colgada en mi despacho de Zacatecas una pequeña acuarela que tenía una dedicatoria en la parte posterior, y decía: “La nostra mediterrània també t’espera” era un regalo que me hicieron al dejar Barcelona “para siempre” había venido para un doctorado en psiquiatria, eran finales de 1998.
Pero Barcelona es una devoción difícil de sacar del alma.
En esa época además de los amigos entrañables catalanes conocí a una mujer espectacular: Guapa, alta, rubia, inteligente... y curiosamente no era una estrella de la televisión era y es, una médica que vive con pasión su compromiso de estar al lado de los pacientes tanto con los que nacen, como con los que mueren.
En el año 2002, al volver a vivir en Barcelona, le pedí trabajo a mi estilo y a su estilo respondió, pedía PRESENCIA: “Necesito trabajar contigo, y necesito además que me permitas salir siete veces al año de España, tres para ir a Chicago, cuatro para ir a México, necesito además –si es posible- no trabajar por las mañanas, que por las mañanas me cuesta mucho... y un largo etcétera. A cambio tendrás un médico presente, apasionado, que no teme largas jornadas de trabajo, que sabe estar presente en los momento difíciles para los pacientes, que trabaja con alegría, que es centrado delante de las dificultades, etc.”
Aceptó y gracias a ello pude encontrar un sitio digno como emigrante, como médico Mexicano y como Médico Español. Creo que he sabido corresponder, en toda relación que funciona hay un equilibrio entre dar y recibir.
Han sido años intensos, seguramente los más intensos de mi vida y esta noche lo celebraremos.
Era verdad que el mar me esperaba: Un mar que es nuestro.
FOTO: Marenostrum por la Artista “Ana Ruiz”
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