lunes, 15 de febrero de 2010

LA ENFERMEDAD Y EL SENTIDO DE LA VIDA



El doctor Hahnemann exhortaba a los médicos a conseguir que cada paciente lograra “Los altos fines de su existencia”, imperativo difícil, pues requiere todo un posicionamiento ontológico para saber cual es el alto fin de la existencia humana –si es que existe una teleología colectiva para el género humano- o cuando menos, dilucidar cual es el sentido que cada persona encuentra para su vida.


Cuando tenemos el privilegio de tener una buena salud, y en general una vida sin tragedias, podemos vivir sin interesarnos demasiado en el sentido de la existencia humana, pero cuando estamos enfrentados a situaciones límite, es entonces cuando se impone la reflexión (y muchos médicos nos enfrentamos cada día a preguntas difíciles de los pacientes, sobre todo los que trabajan con enfermos terminales).


Hay algunas nociones previas que todo médico debería tener en cuenta a la hora de tratar pacientes terminales, (evidentemente es una reflexión que le sirve sobre todo al paciente).


Se debe tener esperanza, pues en medicina no está todo escrito, ciertamente que el modelo cartesiano de la ciencia médica actual, establece pronósticos incólumes ante cierto diagnóstico, y es quizás la primer barrera a vencer, que hay muchas historias de pacientes que se han recuperado de enfermedades por vías no habituales y que han escapado a pronósticos funestos.


El propósito último de la vida no es solo mantenernos sanos y vivir mucho tiempo, sino liberarnos del sufrimiento buscar la felicidad y ayudar a otros a que se liberen del sufrimiento y proporcionarles felicidad, pues al final lo que le da sentido a la vida

humana es el tipo de relaciones que tenemos.


Todavía no se con precisión cual es el alto fin de la existencia, mucho menos cuando tengo enfrente de mi a alguien que está realmente sufriendo, sobre todo por la certeza de la muerte, pero seguiré buscando la manera de liberar a otros del sufrimiento, y encontrar siempre que pueda la manera de ser feliz.


FOTO: El enfermo imaginario de Honore Daumier, del museo de arte de Filadelfia

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