jueves, 11 de febrero de 2010

LA CIUDAD Y EL VOLCAN


El viento furioso y la lluvia fría habían azotado el ambiente en los días previos, dejando cuerpos entumecidos y bocas gélidas que no acertaban a maldecir o a suplicar, pero todos los temporales pasan, los buenos y los malos; el cálido verano y la colorida primavera, no hay tormentas que sean eternas, ni perennes ocres otoñales.

La ciudad estaba cansada pero sosegada, el aire súbitamente se volvió pulcro, como el alma del convicto que asiente al castigo y al mismo tiempo descubre el amor, y la ciudad descubrió que entre otras maravillas albergaba un volcán.

Foto: Volcán popocatépetl detrás del aeropuerto de la ciudad de México

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