jueves, 18 de diciembre de 2008

Teatro Goya



Hace muchos años, viví una temporada en un lugar de Barcelona de cuyo nombre si quiero acordarme, la calle Joaquín Costa. Tres chicas me permitían dormir en un salón al lado de la cocina.


Mis recuerdos sobre aquellos días –aunque escasos- son rutilantes. El bullicio diurno del Raval contrastaba con el abandono de algunos de sus edificios, que además albergaban pobreza y hacinamiento.


Al inicio de la calle te topabas con el Teatro Goya, y más llamaban la atención el enjambre de prostitutas que merodeaban por aquella esquina, que el teatro, que provocaba una sensación de desmoronamiento tanto del espíritu como del teatro mismo. Aquellas prostitutas tenían como sello colectivo el ser todas mayores de cincuenta años.


Pasaron los años. Ayer el “Goya” era una metáfora más de las muchas transformaciones del barrio, estuve en una sala moderna, viendo una obra pulcra y famosa “Els nois d’historia”, un montaje analógico a la sobriedad del escenario; unos diálogos mesurados y discretos sin perder un ápice de interés; una obra con facies discreta y en la cual emergían actuaciones soberbias como la del Señor Josep María Pou, y en general de todos los jovencitos en especial Noa Albert

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Una obra que habla del aprendizaje significativo como la mejor manera de educar. Seguramente lo sabéis pero en inglés, saber algo de memoria es saberlo “By Heart”, los “Chicos de la historia” aprenden cosas de memoria y con el corazón de manera vivencial guiados por el entrañable –y demasiado humano- profesor Héctor.


Ayer en el teatro Goya me di cuenta que empecé viviendo en Barcelona a unos metros de ese teatro y que en la actualidad vivo a la misma distancia pero en el sentido contrario. Ya no están las putas viejas en la esquina, ni yo duermo en el sofá de un salón, pero sin duda me he convertido en un “Noi de la meva propia història amb Barcelona” y me la he aprendido de memoria y sin duda la tengo en el corazón.

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“Los mejores momentos de la lectura son aquellos en los que te encuentras con alguna cosa –un pensamiento, una sensación, una manera de ver las cosas- que hasta entonces pensabas que era íntimamente personal, que solo era tuya. Y ahora lo encuentras plasmado por otro, una persona que ni siquiera conoces, o que incluso hace tiempo que murió. Y es como si haya aparecido una mano que cogió la tuya”.

Alan Bennett (History Boys)

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