La
cocina te enseña entre otras, cosas que las cacerolas, las ollas, los
utensilios en general se van gastando, van teniendo abolladuras, van
perdiendo brillo y sin embargo te parecen valiosos, agradeces el hecho
de que estén allí a tu servicio, se presentan tal como son, son
sinceros. Los seres humanos también vamos perdiendo brillo con el
tiempo y cuesta permanecer “sincero”.
En
la antigua Francia los escultores trabajaban la piedra y los que no
sabían mucho aplicaban remiendos con cera, de tal manera que los buenos
escultores a sus obras les ponían un cartelito: "Sin cera". Hay quien dice lo mismo de los escultores renacentistas españoles.
Los
utensilios de la cocina son pues una buena metáfora de la vida, son
"sin cera".
Marguerite Yourcenar, tienen un libro titulado; "El tiempo, el gran escultor". ¡Cuanta verdad!, es el tiempo y son las experiencias las que van llenando nuestro ser de imperfecciones, golpes, abolladuras, pero si estamos despiertos, tenemos la oportunidad de con los años, cocinar una vida más llena de sentido, al mismo tiempo que más auténtica.
Es dificil ser sincero del todo, sobre todo porque ser sincero, no es decir todo lo que piensas, sino más bien no decir nunca lo contrario de lo que piensas. Es un riesgo que hay que correr, porque por otro lado, es mejor que te rechacen por lo que eres a que te amen por lo que no eres.
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