"Si no tienes la capacidad de ayudar a que la otra
persona sufra menos, no se puede decir que tengas amor de verdad".
Apuntes de la conferencia de THICH NHAT HANH
en Barcelona, 8 mayo 2014 (Transcripción hecha por
Koldo Aldai )
Buenas noches queridos amigos. El inspirar
puede ser muy agradable. No hace falta hacer ningún esfuerzo Respira de forma
natural. Pon la atención en la respiración. Respirar puede representar un
placer. Al inspirar no piensas en nada más. Tu mente está plenamente enfocada
en la respiración. Relajas, sueltas tus remordimientos, tus preocupaciones y
miedos del futuro, entones estás libre para disfrutar de tu respiración.
Para aquellos de nosotros que estamos
acostumbrados al ejercicio de la respiración, el inspirar y el respirar es un
placer. Al estar concentrado en la respiración te das cuenta de que estás vivo.
Estar vivo es algo maravilloso, un milagro, quizás el más grande de los
milagros. En dos o tres segundos de respiración, puedes reparar que estás vivo…
Vamos a practicar este ejercicio. Al inspirar celebro la vida en mí mismo y
alrededor mío. Es agradable saber que tenemos un cuerpo, que además éste es una
maravilla. Cuando pasas dos horas al ordenador puedes olvidarte de que tienes
cuerpo. Cuando tu cuerpo no está con tu mente, no te encentras realmente vivo.
Al respirar tomas consciencia de que tienes un cuerpo. El cuerpo contiene la
Madre Tierra, el Padre Sol y las estrellas. El cuerpo lleva igualmente consigo
a todos los antepasados. Podemos establecer ese contacto. Inspirando tomo
conciencia de que tengo un cuerpo. Al expirar sonrío a mi cuerpo que es una
maravilla.
Si al volver a tu cuerpo ves que hay mucha
tensión en él, al inspirar puedes soltar esa tensión. Es un ejercicio que
enseñó el Buda, de forma que el cuerpo sufra menos. Se trata de un ejercicio de
respiración consciente… Vamos a disfrutar respirando juntos. La práctica de la
respiración consiente puede ser realmente beneficiosa. Al traer tu cuerpo a la
conciencia, te haces consiente de él. Te estableces plenamente en el momento
presente y te hace con las maravillas de la vida sanadora. Las condiciones de
la felicidad están disponibles aquí y ahora. Son más que suficientes esas
condiciones para que estés alegre y feliz. No tienes que ir hacia el futuro
para encontrar nuevas condiciones para la felicidad.
Quienes sabemos del arte de la respiración
consiente, podemos generar paz y alegría cuando queremos. La respiración
consciente nos pone en contacto con las condiciones de una felicidad que ya
están presentes. La sanación está siempre disponible con la respiración
consciente. La práctica de la respiración consciente nos ayuda a manejar una
situación dolorosa. La energía de la plena a conciencia generada a través de la
respiración, nos ayuda a instalarnos en el orden. La plena conciencia es como
la mamá que acoge al bebé. Cuando la madre toma al bebé con ternura, el bebé
sufre menos. Si sabemos como acoger ese sufrimiento después de la práctica de
la plena conciencia del sufrimiento, sufriremos menos.
Al caminar en plena conciencia, observante de
cada paso, se denomina “plena conciencia del caminar”. Ello conlleva plena
conciencia igualmente en la respiración. Beber un café es plena conciencia, es
decir plena conciencia del beber. Coger un sufrimiento y abrazarlo con ternura,
nos ayuda igualmente a sufrir menos. Tenemos miedo a encontrarnos con nosotros
mismos, a toparnos con el dolor y vernos desbordados por él. La plena
conciencia nos ayuda en ello. La práctica de la respiración consiente nos ayuda
a abrazar la plena conciencia. Mientras que los monjes cantan, se recogen en sí
mismos y reconocen el sufrimiento. Ahora van a cantar a Avalokistesvhara, el
Buda de la compasión. En la primera vez, son consientes del dolor en ellos
mismos. La práctica genera la energía de la compasión, la energía de la
compasión tiene la capacidad de sanarnos.
Ante una persona que sufre surge la
compasión. Ya no sientes ira. Está la claro que la comprensión hace surgir la
energía de la compasión que tiene siempre la capacidad de sanar. Al cantar a
Avalokitesvhara los monjes generan la capacidad de sanar su sufrimiento. Cuando
cantan por segunda vez, abarcan con el sufrimiento a izquierda y derecha,
haciendo surgir nuevamente la energía de la compasión para sanar. Al cantar por
tercera vez se ponen en contacto con el sufrimiento de todo el mundo.
Contribuyen a sanar la guerra, la pobreza... El propósito es el mismo: hacer
surgir la energía de la compasión para sanar. Se entrenan para que pueda surgir
la energía de la plena conciencia y la compasión. Quienes escuchamos también
podemos hacer botar en nuestro interior esa energía… Nos permitimos ser tocados
por esa energía de la compasión y de la conciencia.
Somos gotas de conciencia en medio de un río,
permitimos que el río nos abrace. Si tenemos dolor, permitimos que la energía
de la plena compasión nos abrace. Nos sentiremos mejor después de unos minutos
de práctica. Si tenemos dolor, abrimos nuestro corazón para que la energía de
la compasión nos inunde. Si nos dejamos abrazar por la energía colectiva de la
“shanga”, igualmente sufriremos menos. Si conocemos a alguna persona que no ha
podido venir, podemos generar esa energía y enviársela a ella, pensando en esa
persona. Dejamos que nuestra mente y corazón estén presentes para dejarnos ser
llevados por la energía de la compasión.
Todos tenemos la capacidad de la práctica la
respiración y el caminar conciente. Podemos practicarla para soltar la tensión
de cuerpo y así disfrutar de este cuerpo, disfrutar igualmente del paisaje...
Por ejemplo mismamente desde el parking hasta tu oficina, puedes practicar el
caminar consciente. Combinas tu inspiración y tu expiración con tus pasos.
Puedes decir silenciosamente “Estoy aquí. He llegado…” Llegas en cada paso, en
el aquí y el ahora y de esa manera la vida se halla ahí disponible. El pasado
ya ha pasado y el futuro no ha llegado. La práctica del respirar y caminar
conciente nos trae al instante y nos proporciona las maravillas de la vida.
Ésta tiene la capacidad de sanarnos. Cada paso contribuye a soltar la tensión
en la mente. Cada uno de ellos puede ser sanador. Cada paso puede nutrir, puede
ayudarnos sanar nuestras angustia y nuestros miedos.
No es preciso que busques un tiempo extra
para practicar la meditación consciente. Donde quiera que te encuentres, puedes
disfrutar de esa forma de caminar. Si vives en una comunidad, caminar de esa
forma puede generar una energía colectiva muy poderosa que contribuirá al
colectivo a tocar la alegría y la felicidad. Con ese ejercicio restauramos
nuestra belleza y frescura. Tenemos tanta densidad, a veces tanta ira que hemos
llegado a perder algo de esa parte de frescura. Si caminamos conscientemente es
más fácil restaurar nuestra belleza y frescura.
Esa belleza y frescura no es sólo para
nosotros, sino para las personas que amamos. Si no tienes belleza y frescura,
no puedes ofrecer mucho a él o a ella. Caminar unos minutos puede restaurar esa
belleza y frescura. Estas prácticas nos ayudan a calmar nuestras emociones y
sensaciones. La energía de la plena conciencia desplegada nos ayuda a abrazar
nuestras situaciones dolorosas, restaurando así la paz y la calma. La persona
que no tiene paz y calma, no puede ser una persona feliz. Así, en ese estado no
tenemos mucho que ofrecer a la persona que amamos. La práctica nos ayuda
restaurar nuestra calma y frescura. De esa forma nos convertimos en una persona
más agradable. Nuestra presencia tiene una claridad que podemos ofrecer a la
otra persona.
El practicar la meditación consiente mejora
tu presencia pues te dota de más belleza y frescura. La otra persona, tu
compañero, tu compañera, puede apreciar esa clase de belleza. Si podemos
organizarnos de forma que la gente que nos rodea nos apoye, podemos mantener
por más tiempo esa práctica. Si no tienes la capacidad de ayudar a que la otra
persona sufra menos, no se puede decir que tengas amor de verdad. “Karuna” o
compasión es la energía que ayuda a las otras personas a sufrir menos. La
compasión brota cuando ayudas a la otra persona a dejar su dolor.
Nuestro sufrimiento lleva al sufrimiento de
nuestro padre y nuestra madre. Igualmente al sufrimiento de nuestros
antepasados y al sufrimiento de la nación. Es importante aprender a volver a
nosotros mismos… Nos puede ayudar a reconocer y abrazar el dolor en nuestro
interior. La energía de la comprensión y la compasión emergen y sufrimos menos.
La mayor parte de nuestro sufrimiento la hemos creado nosotros mismos, no la
otra persona. Cuando emerge la ira y la violencia, podemos reconocer un
sufrimiento. Esa persona me ha hecho sufrir, pero no porque abrigue especial
intención de dañarme. De hecho hay sufrimiento dentro de ella. Esa persona no
sabe cómo manejar el sufrimiento dentro de ella. No conoce la práctica. Es una
víctima de su propio sufrimiento. Tú eres la segunda víctima, pero finalmente
has comprendido su sufrimiento y estás en condiciones de ayudarla. Puede así
que sufra menos.
Practica la escucha profunda y ayudarás a que
la otra persona sufra menos y llegar así a la reconciliación. La práctica de la
plena conciencia y la respiración es muy importante. No sólo sanamos, no sólo
restauramos nuestra frescura, aliviamos nuestras sensaciones dolorosas…, al
sufrir menos, podemos reconocer mejor el sufrimiento en él o en ella. Ella es
víctima de su propio sufrimiento. Ya no sientes ira hacia esa persona. Ya no
tienes ganas de castigarla, más al contrario abrigas ganas de que esa persona
sufra menos. Miras la otra persona. Si la compasión penetra en tus ojos, esa
persona dejará de sufrir. Con la compasión en tu corazón puedes decir: “Cariño,
yo sé que has sufrido mucho en los últimos años. No te he podido ayudar. No lo
he sabido hacerlo mejor. No era mi intensión hacerte sufrir. No he entendido tu
sufrimiento, tus dificultases. Si hubiese comprendido tu sufrimiento y tus
dificultades no hubiera actuado de esa forma Necesito tu ayuda. Si no me ayudas
tú, nadie me puede ayudar. Dime lo que está en tu corazón. Háblame de tu
sufrimiento y tus dificultades…”
Si surge la compasión, entonces puedes hablar
de esa forma. Esa persona abrirá tu corazón hacia ti. Hemos organizado retiros
de plena conciencia en muchos lugares del mundo. Tras cuatro días de práctica,
mucha gente puede comenzar a hablar así y restaurar la comunicación. Hay gente
que incluso coge su móvil para practicar la escucha profunda con personas
allegadas que no estaban en el retiro. Algunos nos decían que no hubieran
imaginado el poder hablar así a la otra persona. Anteriormente sentían tanta
ira, que no pensaban que podrían llegar a expresarse de esa forma, con esa
benevolencia hacia la otra persona. Cuatro cinco días pueden ser suficientes
para restaurar la comunicación… Al fin y al cabo cualquier persona puede
practicar la escucha profunda y la palabra amorosa. No hace falta ser budista
para ello. En cuarenta años he visto a mucha gente que con la práctica ha
logrado restaura la comunicación con la otra persona.
Cuatro días puede ser sufrientes para
restaura la paz en el propio cuerpo y ayudar a la otra persona. La energía de
la plena conciencia nos permite acercarnos a él o a ella para poder reanudar la
comunicación perdida. La práctica de restaurar la paz y la conciencia es
posible por estos métodos. El arte de generar la alegría y felicidad es por lo
tanto posible. Un practicante de plena conciencia puede generar la energía de
la alegría cuando quiere, a voluntad. Puede ayudar a la otra persona a hacer
exactamente lo miso. En ello consiste el arte de la alegría y la felicidad.
Hemos de saber cómo sufrir. Abrazando
profundamente al sufrimiento dentro de uno mismo con la energía de la plena
conciencia, no tenemos miedo de abrazar el sufrimiento. Quienes conocemos la
práctica, sufrimos mucho menos. Conocemos el arte del sufrimiento. Ayudamos a
la otra persona también a acoger ese sufrimiento. Diremos: “Cariño, sé que
sufres. Por eso estoy aquí, por ti. Me encuentro aquí en plena conciencia para
abrazar el sufrimiento en ti. Ello ayudará a la otra persona a restaurar la paz
y la comunicación. Ello traerá mucha felicidad. Tenemos la simiente de la
felicidad en nosotros mismos y no tenemos porqué pensar en irnos a otro país.
Con la energía de la compasión no sólo nos beneficiamos nosotros y los seres
queridos. También quienes considerábamos nuestros enemigos se pueden beneficiar
de nuestra paz y felicidad.
La práctica del amor de verdad trae mucha
felicidad. Estar aquí con frescura y felicidad, es también el arte de recuperar
nuestra calma. Podemos práctica solos, pero si practicamos un grupo de
personas, se hará más fácil. Si tienes paz, frescura y presencia tienes algo
muy hermoso que ofrecer a la otra persona. Puedes pronunciar el “mantra”:
“Cariño, estoy aquí por ti.” El amor es al fin y al cabo ofrecer tu presencia a
él o a ella. Esa es la muestra por excelencia del amor: una presencia de
calidad, un elemento de frescura y de paz.
¿Cómo podrás amar sino estás aquí? Pasamos
tanto tiempo haciendo dinero, estamos tan atrapados en esa dinámica que no
tenemos tiempo para los que amamos… Amar es estar presentes para él o ella. He
ahí el primer “mantra”. “Estoy aquí por ti” y ello hace que otra la persona se
sienta bien. Conocí a un hombre de negocios muy ocupado, hasta el punto que no
podía atender a su hijo. Le podía comprar cualquier cosa, pero no tenía tiempo
para dedicar ni a su mujer, ni a su hijo. El niño no tenía la sensación de
tener un padre. Un día le dijo el padre: “Mañana es tu cumpleaños, ¿Qué quieres
que te compre?” El niño respondió: “No quiero nada, sólo te quiero a ti.” Si el
padre supiera que con la práctica podría traer el cuerpo al momento presente…
El podría recitar un “mantra” tipo: “Querido hijo estoy aquí para a ti” Ese “mantra”
es efectivo si se pronuncia con concentración y plena conciencia. Hay que hacer
respiración o caminar antes de hacer ese “mantra”.
Si la persona en cuestión no está disponible,
le puedes enviar por tu teléfono móvil el mensaje, pero antes de apretar el
botón has de practicar la respiración y la plena conciencia… (Risas) Hay otro
segundo “mantra” que puede hacer a la otra persona feliz al instante: “Cariño
se que estás aquí y ello me hace muy feliz” Significa por lo tanto reconocer a
la otra persona como algo muy precioso para ti. Con la plena conciencia
reconoces la felicidad de poder estar con la otra persona. Cuando estás
realmente ahí, puedes recocer esa presencia de la otra persona. Este “mantra”
puede hacer feliz a quien nos acompaña y a nosotros mismos. Si esa persona no
esta presente en ese momento puedes practicar con el Iphone... (Risas…)
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