Casi todas las relaciones requieren un equilibrio entre dar y recibir para que puedan seguir adelante.
Lo podemos comprobar en relaciones tan simples como el intercambio de correos electrónicos: si alguien te escribe cada día o te escribe textos larguísimos y profundos acabas apartándote de él, por el desnivel que se va creando.
En una pareja, si una parte da mucho, la otra se retira, es uno de los principios relacionales que poca gente conoce.
Conocí el caso de una mujer quien literalmente le salvó la vida a su marido, los cuidados que le proporcionó en el hospital fueron exclusivos y excesivos, al salir le compró un coche automático para que se pudiera mover, etc. A los seis meses, este hombre se enamoró como un adolescente de su secretaria y dejó a la mujer. Una mirada superficial juzgaría moralmente al hombre, una mirada profunda se percataría que se había creado un desnivel tan grande que a aquel hombre no le quedaba opción más que marcharse, por más esfuerzos que hiciera, nunca estaría al nivel de su mujer. Esta explicación no lo exime de su responsabilidad.
Pero hay relaciones que no se sujetan a esta ley: Padres e hijos, profesores y alumnos, médicos y pacientes, etc
Un hijo nunca podrá devolver lo que ha recibido de sus padres: la vida, un alumno no le puede devolver los conocimientos al profesor, como tampoco un paciente puede regresarle la salud al médico. Son regalos que solo se pueden transmitir.
Transmitimos lo que hemos recibido bien sea a nuestros hijos o bien sirviendo a aquellos que nos necesitan.
En México celebramos el 15 de mayo el día del maestro, es una fiesta que se celebra de manera muy solemne, el estado diseña estos festejos pomposos para compensar el salario indigno al que somete a los docentes.
Yo aprovecho la excusa y rindo homenaje en mi rincón más íntimo a la profesora que me enseñó a leer y escribir, a aquella otra que tuvo paciencia varios años de mi educación básica, al que me llevó a aquel concurso de conocimientos cuyo premio fue una visita a la casa del presidente de México teniendo solo 11 años.
Recuerdo con mucho cariño a los profesores que me han enseñado tanto a través de tantos años, pues hasta hace poco he sido un eterno alumno, creo que no tendré vida para compensar transmitiendo todo lo que he recibido.
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