miércoles, 31 de marzo de 2021

AMAR LO IMPERFECTO

La humanidad se ha abocado a la búsqueda de la inmortalidad: no enfermarnos y no morirnos. Vivimos una época en la que queremos un mundo perfecto, un mundo en el cual, quien no funciona, no progresa, no consume y no triunfa, queda excluido.
Nuestro mundo “perfecto” y totalmente absorbido por la economía, poco a poco va siendo virtual, un “paraíso” del que muchos quedan excluidos, los que cuestionan, los que no pueden consumir, los que tienen síntomas.

El síntoma es lo que no funciona, lo que se resiste a la perfección, lo que duele, lo que nos aparta del mundo feliz; sin embargo, el síntoma tiene una fuerza especial, es una resistencia, es la garantía de que somos humanos, es la constancia de que estamos vivos.

Los terapeutas estamos ahí, atentos a lo que cae, a lo que se deshecha, a lo que tropieza, a lo que tiembla, a lo que incomoda, a lo que no funciona, a lo que busca humanizarse de otra manera que no es perfecta.

La imperfección tiene una belleza que a veces es difícil de aguantar, nos hacemos adultos cuando nos permitimos ser amados a pesar de ser imperfectos, y, cuando a pesar de nuestras contradicciones e imperfecciones somos capaces de amar a otros seres humanos que también son imperfectos y contradictorios.

También es imperfecta una silla al sol, una lluvia suave de primavera, un colchón donde depositamos nuestra humanidad, y un plato de frijoles recogidos en el campo de nuestros abuelos, porque la felicidad es imperfecta.

Nada dura, nada está completo, nada es perfecto.

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