jueves, 12 de marzo de 2020

EL CORONAVIRUS Y LOS BELLOS DURMIENTES

Es marzo del 2020 y hay una epidemia de un virus que todavía no había hecho su presentación en sociedad, los responsables de la salud pública están tomando medidas que no habíamos vivido en epidemias previas, y así, por ejemplo, en Italia se han cerrado todo tipo de actividades escolares, económicas, lúdicas, etc. todo lo que tenga que ver con grupos sociales se cancela, excepto las actividades económicas básicas como las que nos permiten alimentarnos y cuidar nuestra salud, se impone una distancia social y un confinamiento en el hogar. Y aunque la mayoría se aislará efectivamente, de alguna manera seguirá conectada a través del internet y no aprovechará la oportunidad de frenar, hacer silencio, replantearse los objetivos personales, jerarquizar lo que es importante y no es importante. Este silencio externo impuesto -que seguramente llenaremos de ruido televisivo y cibernético- es buen momento para hacer silencio interno y recuperar una actividad que nos humaniza, nos permite evolucionar como personas: Narrarnos cosas.
Desde que el ser humano ha sido capaz de transmitir una historia, las narraciones han sido una herramienta básica para darle sentido a nuestra vida, estas narraciones, cuando se convierten en patrimonio transmitible se convierten en un mito. Un apartado especial de esos relatos corresponde a lo que llamamos “cuentos de hadas”, narraciones que son dirigidas para niños, y que son imprescindibles para consolidar a un adulto. Los cuentos de hadas son universales y los contenidos son más o menos comunes a muchas culturas que no tuvieron contacto entre sí. Estas narraciones transmitidas fundamentalmente por mujeres que contaban las historias a sus hijos, y se las contaban entre ellas mismas, sin embargo, los que los pusieron por escrito fueron varones: Los hermanos Grimm, Andersen, etc. es aquí donde ponemos en valor el trabajo de Clarissa Pínkola, una mujer de nuestro tiempo, una analista Junguiana a quien le debemos la recuperación de la tradición oral a través de los cuentos. Aunque Clarissa habla para las mujeres, pues es su intención que la mujer recupere su dignidad de mujer, ella le llama “mujer salvaje”, su obra dignifica por igual a hombres y mujeres. Octavio Paz dice que el mexicano (y creo que podríamos decir que el varón de muchos rincones del planeta) solo puede ver a la mujer como madre, como virgen o como puta, Clarissa nos permite verla como mujer.
Pero volvamos a los cuentos de hadas y los mitos, los cuales tienen una gran importancia en el proceso socializador del individuo, los guiones inconscientes que “toman vida” dentro de nosotros, tienen narrativas compartidas con otros seres humanos, muchas de nuestras historias son similares a las historias de personas de todos los tiempos, es por ello por lo que las mitologías de diversas culturas y los cuentos de hadas pueden aportar luz y posibilidades de comprensión y evolución en nuestro destino. Un cuento de hadas nos puede aportar un extra de posibilidades y de libertad.
Los cuentos de hadas son un ritual de paso, es decir, esas narraciones le permiten al niño comprender que después del viaje del héroe, después de que la abuela y caperucita “salen” de la barriga del lobo; después de que Blanca nieves es despertada y la bella durmiente despierta de su sueño de 100 años aparece una nueva persona. Los cuentos de hadas son una posibilidad de transformación constante.
Para un niño, son mas importante las narraciones que le confronten con los aspectos vitales: la posibilidad de la muerte (de los padres), el bien, el mal, la postura vital. Etc. que las narraciones “realistas”, por ejemplo, como ocurrió el Big Bang, en los cuentos de hadas la bondad y la maldad son omnipresentes, y el malo a veces es atractivo. En este proceso de hacerse adulto con valores, los cuentos de hadas son un pilar fundamental en la consolidación de la moral. Y, paradójicamente, el hecho de que el malvado sea castigado, no es la fuente mayor de moralidad, pues en los cuentos y en la vida real, el castigo, o el temor al castigo, solo evitan el crimen de manera relativa, lo realmente potente es que el cuento de hadas te permite concluir que el crimen no resuelve nada, por muy atractivo que sea el malvado, no soluciona las cuestiones existenciales; por otro lado, el hecho de que la virtud triunfe, tampoco es el sustento de la moralidad, el niño se identifica con el héroe no por bueno, sino porque es interesante, sufre con él y triunfa con él.
Los cuentos de hadas son una narrativa privilegiada en el proceso de individuación, en el arte de convertirse en un adulto sólido. Los cuentos de hadas se toman en serio los problemas y angustias existenciales: la necesidad de ser amado, el temor a ser considerado una persona despreciable, la posibilidad de morir. etc. Por ejemplo, muchas historias ofrecen al niño soluciones de eternidad y semi eternidad: “Vivieron felices para siempre”, es una aseveración que no engaña al niño, le avisa que, dentro de los estrechos límites de nuestra existencia, y que a pesar de las grandes contradicciones la vida, en este mundo es posible vivir “eternamente felices” -por un rato-, eso ocurre cuando tenemos un vínculo satisfactorio con otra persona, cuando vivimos el amor, una intimidad compartida.
Muchas personas han solventado sus dificultades a través de la narrativa oral que les permitía un “viaje” hipnótico en el sentido de la atención focalizada, y así gracias al cuento de la caperucita roja, muchas personas que tuvieron que convivir con familiares perversos, la comprensión de que la abuelita podría convertirse en lobo era un bálsamo que aliviaba y daba esperanza: esta madre perversa, este hermano maltratador, etc. en el fondo no es él, está abducido por el lobo. Bruno Bettelheim nos explica una paciente de él, que tenía la ilusión casi psicótica de que la madre había sido comida por un marciano, siendo una adulta, el cuento de la caperucita le permitió comprender que la metáfora del marciano que se comió a su madre era la misma analogía de la abuela que se convirtió en lobo. Podemos decir que los cuentos de hada han sido metáforas, pautas que han permitido a muchos niños consolidar su moralidad, cimentar sus valores, etc. y, sobre todo, convertirse en adultos aptos para la intimidad y el compromiso.
La transformación que ofrecen los cuentos de hadas pasa por “morir transitoriamente” como Blancanieves, entrar en un sueño profundo como la bella durmiente, entrar “dentro de la tierra”, como lo hizo mudito en el cuento de las tres plumas, dejarse comer por el lobo como caperucita y la abuelita. El niño comprende que un hecho traumático como el pinchazo que puso a dormir a la bella durmiente puede traer consecuencias satisfactorias, y que, aún siendo seria la dificultad, no debe tenerle miedo.
El coronavirus nos pondrá a morir transitoriamente como Blancanieves, nos pondrá en un largo sueño como a la bella durmiente, ojalá que aprovechemos esa oportunidad para despertar siendo mejores personas y mejor sociedad.
Es probable que dentro de poco estaremos todos recluidos en nuestras casas, es momento de buscar un libro, una novela que nos permita conectar con el niño ávido de historias y que quizás se convirtió en adulto sin haberse convertido en persona. Ahora que no podemos abrazar ni besar a nadie sin culpa, debemos hacer un acervo de afecto para entregarlo sin reparo cuando la epidemia haya pasado, es momento de valorar a nuestros antepasados que no tuvieron un ordenador para seguir trabajando desde casa, y también es momento para agradecer que vivimos en un mundo privilegiado, podemos gestionar asuntos humanos civilizadamente sin llegar a grandes tragedias de otros tiempos. IMAGEN: Bruno Bettelheim recibiendo instrucciones para su participación en la película ZELIG.

1 comentario:

Àngels dijo...

Grácias querido Vicente!!!

Escucho con candor tus palabras, tus aportes de las Mujeres que corren detras de los Lobos, tu visión, tus aprendizajes constantes en tu vida y tu transmisión hacia otros y bendigo el día en que te conocí.

Grácias a seres como tu, múltiples personas seguimos impulsad@s por la pasión de vivir!!!

Grácias Vicente por estar, por ser, por existir!!!

Te llevo en mi corazón.

Àngels Torres