El cuerpo perfecto y moreno de Michel Foucault se
resiste a derrumbarse, un virus horada lentamente su vitalidad, sus pulmones
tienen que hacer grandes esfuerzos para obrar el milagro de atrapar el aire que les permita seguir
enviando oxígeno a los músculos, sin embargo, él se resiste a dejar las pesas,
no quiere dejar de tomar el sol, quiere permanecer joven y con piel
aterciopelada, quiere seguir siendo una persona acariciable.
En la habitación del hospital de Saint Michel no hay
espacio para todo el saber que ha prodigado a la humanidad: Sociología,
psiquiatría, política, economía, sexualidad, etc. allí solo podemos ver un abdomen
con una musculatura marcada, un cuerpo esbelto que se mueve con dificultad
presa de un cansancio difícil de combatir, un cuerpo que sobrevive gracias a
una mente que sostiene la catástrofe.
En su cama, no sabe que su amigo Hervé Guibert relatará al mundo con gran crudeza su declive y su muerte: “Al amigo que no me salvó la
vida”, una anticipación de lo que sería la propia muerte de Guibert, son
tiempos en los que los enfermos de SIDA “caían como moscas” según palabras de
Guibert.
Es marzo del 2020 y el mundo está confinado en su
casa temerosos de un virus que se ha coronado como el interruptor de todas las
actividades humanas, menos el ejercicio en casa.
“La distancia es una de las formas más bellas de respeto”, es una frase de Hervé Guibert que me sirve para sostener con dignidad este confinamiento impuesto, Hervé la utilizaba para comprender que, la perspectiva temporal nos puede permitir a todos encontrar la paz con lo ocurrido, yo la utilizo para sobrevivir a esta distancia social que nos impide abrazarnos y besarnos, y que nos ha convertido súbitamente a todos en filósofos, la policía nos puede preguntar en la calle estas cosas: Quienes somos, de donde venimos, a donde vamos, ¿Qué sentido tiene lo que estamos haciendo?, y, como el filósofo Foucault, estamos amenazados por un virus pero sin dejar de hacer ejercicio.
FOTO PRINCIPAL: Thierry Jouno, amante de Hervé Guibert, padre de los hijos de Christine Guibert, esposa de Hervé Guibert. Ellos no entendieron de distancias.
“La distancia es una de las formas más bellas de respeto”, es una frase de Hervé Guibert que me sirve para sostener con dignidad este confinamiento impuesto, Hervé la utilizaba para comprender que, la perspectiva temporal nos puede permitir a todos encontrar la paz con lo ocurrido, yo la utilizo para sobrevivir a esta distancia social que nos impide abrazarnos y besarnos, y que nos ha convertido súbitamente a todos en filósofos, la policía nos puede preguntar en la calle estas cosas: Quienes somos, de donde venimos, a donde vamos, ¿Qué sentido tiene lo que estamos haciendo?, y, como el filósofo Foucault, estamos amenazados por un virus pero sin dejar de hacer ejercicio.
FOTO PRINCIPAL: Thierry Jouno, amante de Hervé Guibert, padre de los hijos de Christine Guibert, esposa de Hervé Guibert. Ellos no entendieron de distancias.
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