Aún cuando en la actualidad a Miguel de Unamuno se
le tiene por uno de los grandes líricos del siglo XX, y es un escritor
maravilloso en muchos géneros, en su momento fue infravalorado como poeta.
Una cosa sorprendente es que en su obra
salen muchas expresiones populares, él mismo llegó a decir"quería sacara a
ras de lengua escrita voces de la lengua corrientemente hablada, desentonar y
desentrañar palabras que chorrean vida según corres frescas y rozagantes de
boca en oído y de oído en boca de los buenos lugareños de Castilla y
León".
Pues bien, mi reflexión de hoy más que
literaria es sobre la personalidad de Unamuno.
Unamuno tiene un estilo que refleja con
gran perfección los rasgos de su personalidad.
Fue un opositor a la dictadura de Primo de
Rivera, vuelve triunfal a España y fue diputado durante la Repùblica, pero
luego vino Franco y su famosa frase: "Venceréis pero no
convenceréis" le valió ser destituido y confinado en su domicilio, donde
murió el último día de 1936.
Unamuno fue siempre un hombre inquieto y
rebelde, paradójico y contradictorio, ferozmente individualista, siempre
rindiendo culto a su propia personalidad. Luchador contra todo, en guerra
consigo mismo, en continua tensión, no encontró nunca la paz, acosado de dudas
religiosas y existenciales. Su vida estaba presidida por una intensa actividad
intelectual, de incesante lucha consigo mismo.
Era un gran conocedor de España, y retrata
sus paisajes, sus pueblos, sus tierras, las personas, amaba a España, tanto que
su frase más famosa es “Me duele España”.
Pues
bien, si Unamuno viviera, seguiría diciendo lo mismo y además se hubiera dado
cuenta que el cineasta Valeriano López hizo un documental sobre la miseria y
exclusión en Granada, y al pedir a la comunidad que grite “Me duele España”, al
final una mujer gitana se sincera y grita: ME DUELE EL CHOCHO.
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