Schopenhauer inquieta mis pensamientos, es uno de
los pensadores a cuya cosmovisión me adhiero, comparto su pesimismo
generalizado acerca del ser humano, de la sociedad en general, del estado, de
la religión... y sin embargo también nos ofrece vías de dignificación del ser
humano, una especie de ascesis y capacidad de renuncia que son motivadas
simplemente por la compasión que suple toda moral y todo mandato religioso.
"A los diecisiete años, sin ninguna formación intelectual, me sentí tan impresionado por la miseria de la vida como Buda, cuando en su juventud contempló la enfermedad, la vejez, el dolor y la muerte."
Schopenhauer encuentra ejemplos que sustenten su pesimismo prácticamente en cualquier aspecto de la realidad, menciono aquí el de los puercoespines, porque me parece muy jocoso e ilustrativo: los puercoespines, en los días fríos de invierno se apiñan entre sí para calentarse, pero como se clavan unos a otros las espinas, tienen que volver a separarse, arrojados de aquí para allá entre dos males. Lo mismo sucede con el hombre, que busca la sociedad, pero que es atormentado por ella.
Schopenhauer, un solitario inteligente y arrogante; un sibarita sofisticado que trataba a su perro como si de una persona se tratase y que trataba a muchos seres humanos con desdén y desprecio, especialmente a escritores frívolos. Un hombre cuyo padre murió en un oscuro suicidio al mismo tiempo que cultivaba una relación “clásica” edípica con su madre. De hecho, Él escogió a Edipo como patrón protector de su filosofía. Un hombre privilegiado cuya fortuna heredada le bastó para servir a la filosofía y no servirse de ella.
Publica su principal obra "El mundo como voluntad y representación" en 1819. Es su obra principal su “querida hija” mediante la cual “el mundo habrá aprendido unas cuantas cosas de mi” sin embargo fue un fracaso editorial, no era una obra para su tiempo... creo que es una obra que no encaja en la frivolidad pronta de aquellos que con facilidad creen en un mundo “bonito”. No tuvo eco, y decidió volver a Berlín donde Hegel era el rey de las cátedras con aulas abarrotadas y una fama inmensurable, a las clases de Schopenhauer asisten cinco oyentes... es un pensador que contradice el gusto generalizado de pretender un mundo optimista.
A pesar de su pesimismo, Schopenhauer nos ha dejado legados que el ser humano muchas veces no quiere ver y que Freud llamaría posteriormente las tres grandes “humillaciones” de la megalomanía humana: Una es la humillación cosmológica: nuestro mundo es tan sólo una de las innumerables esferas en el espacio infinito, «en el que una capa de moho ha engendrado seres que viven y conocen». Otra es la humillación biológica: el hombre es un animal en el que la inteligencia no hace sino compensar la falta de instintos. Y la tercera es la humillación psicológica: el yo consciente no es señor en su propia casa.
Estamos solos, el cielo se encuentra vacío. Schopenhauer nos despoja de la confianza en la religión y en la creencia de un Dios: “Radica en las profundidades del hombre la confianza de que algo fuera de él es consciente de él, a la manera como lo es él mismo”, pero entonces surge la capacidad de renuncia, la ascesis, una especie de “tensión vertical” que dignifica al hombre. Se trata de conseguir un pensamiento y un ánimo elevados, pero sin fe en un ser superior.
Schopenhauer es pesimista y solitario; su obra es un viaje a través de la tristeza y la desolación, una invitación a no esperar nada. Posiblemente alguien piense que eso nos hunde en la tristeza y el pesimismo, sin embargo, creo que su obra nos hace más auténticos, pues esa desesperanza, ese salto en el vacío donde ya no se puede creer en la sociedad, en el ser humano, etc., puede hacer resurgir una postura vital más auténtica, incondicionada y libre.
Borges en “Otro Poema de los dones” da gracias por Schopenhauer, que acaso descifró el universo...
"A los diecisiete años, sin ninguna formación intelectual, me sentí tan impresionado por la miseria de la vida como Buda, cuando en su juventud contempló la enfermedad, la vejez, el dolor y la muerte."
Schopenhauer encuentra ejemplos que sustenten su pesimismo prácticamente en cualquier aspecto de la realidad, menciono aquí el de los puercoespines, porque me parece muy jocoso e ilustrativo: los puercoespines, en los días fríos de invierno se apiñan entre sí para calentarse, pero como se clavan unos a otros las espinas, tienen que volver a separarse, arrojados de aquí para allá entre dos males. Lo mismo sucede con el hombre, que busca la sociedad, pero que es atormentado por ella.
Schopenhauer, un solitario inteligente y arrogante; un sibarita sofisticado que trataba a su perro como si de una persona se tratase y que trataba a muchos seres humanos con desdén y desprecio, especialmente a escritores frívolos. Un hombre cuyo padre murió en un oscuro suicidio al mismo tiempo que cultivaba una relación “clásica” edípica con su madre. De hecho, Él escogió a Edipo como patrón protector de su filosofía. Un hombre privilegiado cuya fortuna heredada le bastó para servir a la filosofía y no servirse de ella.
Publica su principal obra "El mundo como voluntad y representación" en 1819. Es su obra principal su “querida hija” mediante la cual “el mundo habrá aprendido unas cuantas cosas de mi” sin embargo fue un fracaso editorial, no era una obra para su tiempo... creo que es una obra que no encaja en la frivolidad pronta de aquellos que con facilidad creen en un mundo “bonito”. No tuvo eco, y decidió volver a Berlín donde Hegel era el rey de las cátedras con aulas abarrotadas y una fama inmensurable, a las clases de Schopenhauer asisten cinco oyentes... es un pensador que contradice el gusto generalizado de pretender un mundo optimista.
A pesar de su pesimismo, Schopenhauer nos ha dejado legados que el ser humano muchas veces no quiere ver y que Freud llamaría posteriormente las tres grandes “humillaciones” de la megalomanía humana: Una es la humillación cosmológica: nuestro mundo es tan sólo una de las innumerables esferas en el espacio infinito, «en el que una capa de moho ha engendrado seres que viven y conocen». Otra es la humillación biológica: el hombre es un animal en el que la inteligencia no hace sino compensar la falta de instintos. Y la tercera es la humillación psicológica: el yo consciente no es señor en su propia casa.
Estamos solos, el cielo se encuentra vacío. Schopenhauer nos despoja de la confianza en la religión y en la creencia de un Dios: “Radica en las profundidades del hombre la confianza de que algo fuera de él es consciente de él, a la manera como lo es él mismo”, pero entonces surge la capacidad de renuncia, la ascesis, una especie de “tensión vertical” que dignifica al hombre. Se trata de conseguir un pensamiento y un ánimo elevados, pero sin fe en un ser superior.
Schopenhauer es pesimista y solitario; su obra es un viaje a través de la tristeza y la desolación, una invitación a no esperar nada. Posiblemente alguien piense que eso nos hunde en la tristeza y el pesimismo, sin embargo, creo que su obra nos hace más auténticos, pues esa desesperanza, ese salto en el vacío donde ya no se puede creer en la sociedad, en el ser humano, etc., puede hacer resurgir una postura vital más auténtica, incondicionada y libre.
Borges en “Otro Poema de los dones” da gracias por Schopenhauer, que acaso descifró el universo...
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