Pero ¿qué coño se muere cuando uno se muere, para que le tengamos tanto respeto a la muerte?, mi abuelito se ha muerto hace apenas unas horas, y mi conexión afectiva no ha cambiado nada, excepto que en mi próximo viaje a México ya no lo podré abrazar, pero hay un rincón del alma que me garantiza que ha ocurrido un cambio que mis ojos no pueden ver.
Ya os dije hace días que el poeta Sabines escribió “Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofi, pero esa tarde me fui al cine e hice el amor”, yo amaneció tranquilo, y así he permanecido a pesar de la triste noticia, porque les voy a confesar una cosa, aunque no creo en las mitras, creo en otra vida que en este momento no alcanzamos a ver, y eso me deja tranquilo prácticamente para cualquier asunto.
Voy a distraerme ligeramente del asunto de la muerte de mi abuelo para hablar de otro asunto que a él le interesaba mucho, ¿cuánto cuesta un burro?, y ustedes se sorprenderían mucho que en México un burro cuesta más o menos 300 pesos, QUINCE EUROS, 20 DOLARES... nada y pensar que la vida de mi abuelo, sobre todo en sus últimos años estaba metaforizada por su relación con su burro, y estaba realmente orgulloso de que gracias a su burro podía llegar prácticamente a donde necesitaba, y fue justamente hace un par de meses cuando se perdió en el campo y no encontró su burro cuando entró en declive, siento una mezcla de veneración por la vida tan espartana y sencilla que han llevado mis abuelos, necesitaron muy pocas cosas para transitar por este mundo.
Fui su sembrador algunas temporadas, la mayoría de las personas suelen referirse al mundo rural con un aire bucólico y prístino, el contacto con la naturaleza les evoca una especie de paraíso; pero la mayoría de ellos nunca han sabido lo que es arar una tierra de sol a sol, arrear unas vacas para ordeñarlas hasta que te salen callos en las manos, volver del campo encima de un burro bajo una lluvia pesada; jugar a lanzarte piedras con otros niños y encontrarte por sorpresa una serpiente o un escorpión...
Yo le dejé muy claro a mi abuelito que no quería ser campesino, y él hasta los últimos días de su vida fue muy feliz de serlo, no lo enterrarán en el panteón de los hombres ilustres y me alegro pues él es la metáfora sabia de lo simple de este mundo.
Ha muerto mi abuelo, y siento un desconsuelo por su burro, seguramente lo venderán por 300 pesos, quince euros o 20 dólares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario